Fernando
Alexis Jiménez | Lucía se tomó el trabajo de velar porque su esposo estuviera
sumido en un sueño profundo. Se acercó a la mesita de noche, sacó el celular de
Rodrigo y miró los mensajes enviados. ¡Allí estaba la evidencia! Había dirigido
siete frases amorosas a una joven que, comprobó tiempo después, era compañera
de la oficina. Le estaba siendo infiel. Un golpe bajo. Lo sintió en el alma.
Pensó en sus dos hijos, pero también en su dignidad. Decidió separarse…
La infidelidad –cualquiera sea su
forma—trae dolor a los cónyuges y destruye la vida de los hijos. Les
desencadena inseguridad, dificultades de concentración escolar, problemas para
relacionarse con otras personas y, lo más grave, se podría repetir el mismo
patrón: es decir, ellos una vez crezcan podrán repetir la misma historia:
separarse.
¿Qué produce la infidelidad? Tiene
dos componentes: de un lado, la persona no cuida de la relación y anda buscando
afuera lo que no se le ha perdido, y en segundo lugar, no valoran la relación
con la pareja que Dios les ha dispuesto para compartir su vida. El eje central
es descuido. Descuidamos a nuestra pareja, y descuidamos la relación. Y si de
descuido se trata, descuidamos las pautas morales que debemos observar en
nuestra cotidianidad.
El rey Salomón escribió: “Pasé por el campo de un perezoso, por el viñedo de
uno que carece de sentido común. Vi que habían crecido espinos por todas
partes. Estaba cubierto de maleza, y sus muros destruidos. Entonces, mientras
miraba y pensaba en lo que veía, aprendí esta lección: un rato más de dormir,
un poquito más de sueño, un breve descanso con los brazos cruzados, entonces la
pobreza te asaltará como un bandido; la escasez te atacará como un ladrón
armado.”(Proverbios 24:30-34. NTV)
Si
realmente amamos a nuestra familia, velamos por ella. Estamos atentos a
nuestros hijos, pero al mismo tiempo, estamos cuidando en lo posible hasta el
más mínimo detalle de cuanto tiene que ver con nuestro cónyuge.
Tenga presente que el propósito de
Dios es salvar a la familia. Dios ama la familia. Nuestra responsabilidad, como
lo anota la autora y conferencista, Joy Dawson: “Cuando Dios guía a un hombre y
a una mujer a la relación matrimonial, siempre que vivan juntos de acuerdo con
sus normas, estas dos personas se complementan la una a la otra, satisfacen sus
necesidades mutuas, y viven en un tipo de relación única que es posible
experimentar por la unión total y el compromiso del matrimonio.”(Joy Dawson.
“Intimidad con Dios”. Editorial Betania. EEUU. 1986. Pg. 52)
Lo
fundamental es que haya compromiso con el hogar, en el cual están integrados
los hijos y, por supuesto, los componentes de la pareja.
Dios
nos guarda de la infidelidad
La
única forma de mantenernos firmes ante la infidelidad es depender de Dios. Él
más que nadie conoce los peligros a los que estamos expuestos y está dispuesto
a brindarnos su ayuda, para que permanezcamos fortalecidos y podamos vencer las
tentaciones.
El rey Salomón escribió una señal
de alerta que haríamos bien en tener en cuenta siempre: “La sabiduría te librará de la mujer inmoral, de las
palabras seductoras de la mujer promiscua. Ella abandonó a su marido y no hace
caso del pacto que hizo ante Dios. Entrar a su casa lleva a la muerte; es el
camino a la tumba. El hombre que la visita está condenado; nunca llegará a los
senderos de la vida.”(Proverbios 2:16-19. NTV)
Usted
se perjudica pero también sus hijos si se desliza en el terreno sutil y
destructivo de la infidelidad conyugal
Si hay un engaño grande que nos ha vendido el enemigo espiritual,
Satanás, es que lo prohibido es lo mejor. Ya lo hizo en Génesis 3 cuando tentó
a Adán y Eva. Le hizo creer a la mujer que podía comer del fruto del que Dios
había advertido no lo tomaran, y nada pasaría. Y esa decisión equivocada trajo
como consecuencia la caída espiritual y física de nuestros primeros padres.
Igual cuando se trata de la
infidelidad. No es algo que se produce de la noche a la mañana. La tentación
llegar y el enemigo sabe cómo sacar ventaja de las circunstancias. Pero una vez
se comete el acto, pasa cuenta de cobro y todo sale al descubierto.
Generalmente quien adultera queda en evidencia; su pecado sale a la luz.
Destruye una relación matrimonial, destruye a los hijos y de paso, contamina su
vida espiritual.
La
infidelidad en los tiempos de las Redes Sociales
Hoy
día con el avance de la tecnología, la infidelidad no solo se produce
físicamente, sino a través de las Redes Sociales o mensajes de texto en el
teléfono celular. Una frase en apariencia trivial como “Me gustas”, escrita o
dicha a alguien que no es el cónyuge, puede desencadenar una crisis y echar por
la borda una relación matrimonial de muchos años.
Especialistas de hoy la Universidad
Tecnológica de Texas aseguran que la infidelidad cibernética lastima tanto a
las parejas y duele tanto a quien ha sido engañado como la infidelidad física.
La investigadora Jaclyn Cravens, candidata a un doctorado en el programa de
Terapia de Matrimonio y Familia, usó datos del portal Facebookcheating.com para
determinar el efecto de la infidelidad cibernética y la medida en que ésta crea
emociones similares para la parte engañada. “Hay quienes sostienen que si la
infidelidad descubierta es cibernética, o limitada a la actividad por internet,
no debería ser tan dolorosa“, explicó Cravens (Agencia EFE. 28/07/2013. Edición
digital).
La profesional descubrió que muchos
de los problemas de relación de sus clientes se originaban en la infidelidad
cibernética como resultado del uso creciente de las redes sociales,
especialmente Facebook, Red que tiene más de mil millones de personas usuarias.
“Facebook ya ha cambiado la dinámica de las relaciones“, señaló Cravens. “Vemos
cuando nuestros ‘amigos’ entran en una relación. Decimos que una relación no es
‘oficial’ hasta que es ‘oficial en Facebook‘”.
Recuerde que el Señor Jesús
advirtió que sólo concebir en la mente el deseo hacia una persona que no es
nuestra pareja, se tipifica como adulterio (Cf. Mateo 5:27, 28).
¿Y qué decir de la pornografía? Es
otra forma moderna de infidelidad. Una joven profesional que sorprendió a su
esposo consultando fotos de mujeres inmorales en la Internet, comentaba que se
sintió tan herida como si el hombre estuviera con aquella fulana cara a
cara. Descubrir que el esposo o la
esposa cometen adulterio en las Redes Sociales, desencadena un tremendo impacto
emocional que no es menos grave que el de los actos cometidos físicamente.
Cuidarnos
de la tentación
Recientemente
un negocio construido para atender la demanda de personas en crisis en su
relación matrimonial, es lo que ha servido de plataforma para hacer millonarios
a un grupo de empresarios norteamericanos que han tenido la “astuta” idea de
abrirles un espacio confidencial a los infieles en la red. Con lemas como: “La
vida es corta: ten una aventura”, “Rompe con tu rutina y haz algo atrevido” o
“Recuerda que sólo se vive una vez”, incitan la mente y el dedo índice de miles
de hombres y mujeres a hacer clic y abrir la puerta del adulterio. Se trata de
la infidelidad 2.0, una tendencia que ha cogido fuerza en los últimos años y
que aterradoramente se está expandiendo como epidemia en países de todas partes
del mundo.
Son sitios web y redes sociales
dirigidos especialmente a quienes deseen echarse una “canita al aire”
concebidos especialmente para los infieles. Una de las Redes cuenta con más de
16 millones de usuarios en todo el planeta.
Es evidente que Satanás,
aprovechando los avances tecnológicos, arroja una peligrosa red para destruir
matrimonios: la infidelidad. Bien advierten las Escrituras a estar atentos: “¡Estén alerta! Cuídense de su gran enemigo, el
diablo, porque anda al acecho como un león rugiente, buscando a quién
devorar.”(1 Pedro 5:8. NTV)
No se deje arrastrar por la
tentación. Usted debe permanecer alerta con su matrimonio. Recuerde que, como
lo anota el autor y conferencista internacional, Gary Rosberg, la crisis
matrimonial no se produce de la noche a la mañana, como tampoco—sin duda—la
infidelidad: “Debemos tomar parte activa en cuanto a nutrir la relación
matrimonial. La mayoría de los matrimonios no terminan en el divorcio de la
noche a la mañana. Por el contrario, se atrofian a lo largo de un período de
varios años debido a la pereza y la falta de esfuerzo. Un matrimonio que parece
saludable hoy se puede deslizar hacia un precipicio como el divorcio en cinco o
diez años si no se vuelve a energizar con constancia y determinación.”(Gary y
Barbara Rosberg. “Matrimonios a prueba de divorcio”. Editorial Unilit. EE.UU.
2004. Pg. 60)
Es necesario velar permanentemente
porque el peligro de ser infieles, está latente, a la vuelta de la esquina.
Quien nos ayuda a sobreponernos al peligro es Dios mismo, cuando dependemos de
Él. Jamás olvide que nuestro adversario se aprovechará de las fisuras que hay
en la relación matrimonial o de la creciente inquietud por lo prohibido, para
ponernos trampas y llevarnos a la caída.
Fuentes:
Estudio de Guerra Espiritual
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