jueves, 20 de febrero de 2014

Una actitud llena de fe


 Leer | Génesis 39.21—40.8 | Si alguien tenía motivos para estar afligido, ese era José. Su madre murió cuando era niño. Sus hermanos lo odiaban, lo vendieron como esclavo, y convencieron a su padre de que había muerto. José trabajó duro en la casa de Potifar, pero terminó en la cárcel por falsas acusaciones. Sin embargo, no fue una persona amargada.

 José mantuvo una actitud llena de fe porque confiaba firmemente en Dios, quien siempre estuvo con él. Aun en la cárcel, le fue dada la responsabilidad sobre otros (vv. 21, 22). Al igual que él , nosotros podemos estar “cautivos” —del desempleo, la mala salud o una relación destructiva. No obstante, podemos experimentar la presencia de nuestro Padre celestial, y tener éxito, pues su Espíritu Santo produce en nosotros el buen fruto cuando dependemos de Él (Gá 5.22, 23).

Cualesquiera que fueran sus circunstancias, José se negaba a concentrarse en sí mismo. Cuando dos de los servidores del rey fueron encarcelados, tuvo compasión de ellos y los ayudó. Tanto en tiempos de bendición como de crisis, debemos ayudar a otros (2 Co 1.3, 4). Notemos, también, que José no rehuyó hablar con osadía acerca de Dios a estos hombres y a Faraón. Le dijo a este dirigente egipcio que la respuesta que buscaba en cuanto a sus sueños vendría del Señor (Gn 41.16).

Ya fuera que estuviera esclavizado, en la cárcel, o como segundo al mando después de Faraón, José prosperó. Soportó muchas dificultades, pero vio que el Señor las había usado para bien (Gn 50.19, 20). Gracias a la presencia del Espíritu Santo en nosotros, podemos —al igual que José— tener una actitud que glorifique a Dios.


(En Contacto)

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