sábado, 6 de diciembre de 2014

La oración en el Espíritu


 Leer | Romanos 8.26, 27 | Estoy convencido de que si los cristianos entendieran realmente lo que tiene lugar durante la oración, clamarían al Señor con más frecuencia y tendrían mejores resultados. La oración del creyente no es simplemente unas palabras dichas al vacío; el Espíritu Santo está con nosotros para guiarnos cuando presentamos nuestras peticiones al Señor.

 El Espíritu Santo es parte de la Trinidad, por lo que conoce la mente del Padre íntimamente (1 Co 2.11). Puesto que Él, al igual que el Padre, es omnisciente y omnipotente, entiende perfectamente la circunstancia por la que estamos orando —incluso las partes que no vemos o que son totalmente confusas para nosotros. Asimismo, el Espíritu habita en cada creyente y conoce la mente y el corazón de cada uno de ellos. Con este conocimiento total, el Espíritu Santo lleva a cabo su responsabilidad de hacer que nuestras peticiones se ajusten a los deseos de Dios. A tal efecto, Él habla en nuestro espíritu y abre nuestra mente para que entendamos las Sagradas Escrituras.

El hecho de que Dios da su Espíritu a todos los creyentes, revela el valor que le da a la comunicación entre Él y sus hijos. Nuestro Padre nos da el mejor Ayudador posible para asegurarse de que podamos convertirnos en gigantes de la oración.

Por tanto, los cristianos jamás deberíamos tener sentimientos de culpa por no estar seguros de cómo orar. El Espíritu Santo que mora en nosotros conoce nuestras necesidades y nuestros deseos —como también la mente del Padre y los detalles de cada situación. Él habla a Dios a nuestro favor, y al mismo tiempo nos enseña a orar conforme a la voluntad del Padre.


(En Contacto)

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