He aquí el
balance de una semana de emisiones televisivas en Francia, en las cinco cadenas
hercianas: 670 asesinatos, 15 violaciones, 848 peleas, 419 tiroteos o
explosiones, 14 raptos, 11 atracos a mano armada, 8 suicidios, 27 actos de
tortura… (Science et Vie Junior, diciembre 2004). El autor del artículo se
pregunta sobre los efectos de tales imágenes en el telespectador. ¿No hacen
éstas que la gente se acostumbre a la violencia? ¿No corren el riesgo de hacer
creer a quienes cometen tales actos que no son responsables?
Aunque las
opiniones sobre estos temas sean muy variadas, se puede pensar perfectamente
que si los medios de comunicación en su búsqueda de audiencia nos presentan
tantas escenas violentas e inmorales, es precisamente porque el hombre se
complace mirándolas, o reproduciéndolas, desenmascarando así su triste estado
moral.
El cristiano es llamado por Dios a huir del
mal, y es responsable de gobernar su mente. “Como ciudad derribada y sin muro
es el hombre cuyo espíritu no tiene rienda” (Proverbios 25:28). En consecuencia
la Biblia nos invita a ocuparnos de cosas sanas: “Todo lo que es verdadero,
todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de
buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad”
(Filipenses 4:8). ¡No nos dejemos contagiar por el ambiente contaminado del
mundo!
(Amen,
Amen)
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