domingo, 19 de mayo de 2013

¿Te han rechazado?



Cuando el apóstol Pablo trató de compartir su fe con sus antiguos amigos, estos “se opusieron… y lo insultaron…” (Hechos 18:6, NVI). Es doloroso ser rechazado por aquellos a quienes amas.

 Parece ser que a Pablo le afectó tanto ese rechazo que Dios tuvo que animarlo, diciéndole: “No temas… porque yo estoy contigo y nadie pondrá sobre ti la mano para hacerte mal…” (Hechos 18:9-10). Más adelante, cuando Pablo quiso relacionarse con algunos de los apóstoles, estos también tuvieron sus recelos acerca de él: lo consideraban demasiado judío para ser cristiano y demasiado cristiano para ser judío.

A lo largo de su ministerio, Pablo sufrió desilusión y rechazo de parte de sus seres queridos. Cuando la gente te decepciona, acudes a los brazos de Dios; ser rechazado por los demás puede, de hecho, acercarte más a Él. Cuando apedrearon a Pablo y lo dejaron por muerto, este “se levantó” y siguió con su misión (Hechos 14:9-10).

Ser rechazado te hace depender de Dios como no nunca, ¡porque no hay ningún otro lugar donde puedas ir! En realidad, en momentos así, la única palabra de esperanza es la que proviene de Él. Cuando otros te rechazan, Dios suele abrir puertas a nuevos grados de bendición que de otra manera te habrías perdido.

Tu mayor crecimiento espiritual se desprenderá de tus mayores pruebas. Escribió el salmista: “Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores [vindicación]; unges mi cabeza con aceite [fuerza diaria]; mi copa está rebosando [mayor bendición]” (Salmo 23:5). No hay duda de que sin cierto grado de sufrimiento y oposición, no podrías sentarte a la mesa de Dios para disfrutar de sus delicias.

(Devocionales Cristianos)

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.