viernes, 6 de febrero de 2015

Sobre el fundamento del amor


 En Contacto | Tengo la bendición de tener un amigo que siempre aparece cuando lo necesito. Si estoy luchando con una decisión, él invariablemente me llama o viene a verme. Este hombre me alienta cuando estoy decaído, me ofrece otra perspectiva sobre mi situación, y me anima a confiar en el Señor. Estoy muy agradecido de que Dios haya permitido que nos conociéramos. Pero al pensar en nuestra amistad, me doy cuenta de que no ocurrió por accidente. Requirió que invirtiéramos mutuamente en la vida del otro.

 ¿No le parece que los amigos son un tesoro que vale la pena encontrar? A veces, no nos damos cuenta cuán valiosos son, hasta que pasamos por un período en el que no tenemos ninguno. Dios nos creó para que disfrutemos de relaciones estrechas; cuando nos faltan, nuestras vidas se sienten vacías. Si usted tiene una persona amiga, dé gracias a Dios por ella y nunca deje de apreciarla. Por otra parte, si anhela tener una, me gustaría animarle a pedírsela al Señor. Y una vez que llegue a su vida, esté dispuesto a hacer todo lo que sea necesario para fortalecer la amistad.

Los materiales de la amistad

Una amistad es como un proyecto de construcción; debe realizarse con los materiales adecuados, y debe prestársele especial atención a los detalles para que dure. El consejo de Proverbios 24.3, 4 se aplica a las relaciones, y también a la arquitectura: “Con sabiduría se edificará la casa, y con prudencia se afirmará; y con ciencia se llenarán las cámaras de todo bien preciado y agradable”. Al igual que las casas en las que vivimos, cada amistad es única; sin embargo, hay cinco componentes comunes en todas.

Tiempo

Aunque puede haber algunas personas con las que sintamos una conexión inmediata, la única manera de llegar a conocer realmente a alguien es pasando tiempo con él. Para ello, es posible que tengamos que sacrificar algunas actividades, y al mismo tiempo, hacer un esfuerzo especial por llegar a conocer a un grupo reducido de personas de manera más personal, en lugar de tener muchos conocidos.

Transparencia

Para cultivar una relación estrecha con otra persona, debemos ser abiertos y sinceros. Sin esa vulnerabilidad, la relación no crecerá. Aunque el comienzo de una amistad se caracteriza, generalmente, por conversaciones sobre intereses comunes, a medida que esto avanza la interacción debe volverse más personal. En vez de tratar de parecer fuertes y confiados todo el tiempo, los amigos auténticos revelan sus debilidades y sus luchas. Se buscan el uno al otro, no simplemente para recibir un consejo, ayuda o estímulo, sino también para compartir las alegrías y las tristezas.

Ha habido momentos en los que solamente necesitaba aligerar mi carga hablando con un amigo. Aunque mi situación no cambió, mi perspectiva sí. Ese amigo me ayudó a levantar la mirada al recordarme los propósitos, las promesas y los caminos de Dios.

Consideración

Construir una amistad duradera requiere una actitud altruista. Esto significa enfocarnos, no en lo que podamos conseguir de la relación, sino en lo que podamos dar. Por ejemplo, cuando se reúnan para almorzar, usted pudiera sugerir comida mexicana porque a su amigo le encanta, a pesar de que usted preferiría comida china. La consideración puede expresarse de muchas maneras —con un abrazo, una nota de agradecimiento, una llamada telefónica, un pequeño regalo, o incluso un mensaje de texto. Y, créame, un poco de consideración realmente ayuda mucho.


A veces surgen situaciones en las que, realmente, debemos dejar de lado nuestros deseos e intereses personales. Por ejemplo, ¿cómo reaccionaría usted si su amigo le dice entusiasmado que recibió un ascenso en su trabajo, cuando usted no ha recibido ninguno en doce años? ¿Cree que usted podría alegrarse por su éxito, en vez de reaccionar con envidia o autocompasión? Con nuestras propias fuerzas, esto puede parecer imposible, pero cuando andamos en el Espíritu, Él nos da un corazón generoso capaz de poner los intereses de los demás antes que los nuestros (Fil 2.1-4).

Tolerancia

Puesto que no hay personas perfectas, tampoco hay amistades perfectas. Es por eso que debemos estar dispuestos a pasar por alto los defectos, las debilidades y los hábitos que no nos gustan de los demás. En vez de ponernos impacientes, o enojarnos y decir cosas que más tarde lamentaremos, debemos detenernos para pensar en qué tan valiosa es la relación. Por ejemplo, tengo un amigo al que le gusta contar las mismas historias una y otra vez. Porque lo amo y aprecio, lo escucho con atención cada vez que las cuenta, en lugar de sentirme frustrado. Recuerde que nada arruina a una amistad más rápidamente que una actitud crítica, “pero el amor cubrirá todas las transgresiones” (Pr 10.12). Los amigos no siempre estarán a la altura de nuestras expectativas. Pueden tener una mala actitud de vez en cuando, o decir algo que no nos gusta, pero eso no es razón para renunciar a ellos.

Confianza

Otro elemento importante en las relaciones es la confianza. Los amigos necesitan saber que somos sinceros, leales y fieles —que pueden contar con nuestra solidaridad, y que no diremos nada negativo de ellos a sus espaldas. La confianza se construye cuando se nos dice algo confidencialmente, y no lo divulgamos. Florece si decimos que haremos algo, y lo cumplimos. Y si otros hacen comentarios despectivos o insinuaciones sutiles acerca de un amigo, le defendemos.

Pero, si tratamos de controlar la relación, o de manipularla para conseguir lo que queremos, la confianza se verá socavada. He conocido a personas que son tan posesivas y celosas, que no quieren que nadie más tenga amistad estrecha con sus amigos. Tal actitud tiene sus raíces en la desconfianza, lo que finalmente destruye la relación.

El más grande de estos

Estos cinco elementos son esenciales, pero hay algo aun más vital: el amor que mantiene viva una amistad. Cuando pasamos tiempo con una persona, estamos demostrando cuánto la amamos y valoramos. Lo mismo vale en cuanto a ser considerados, transparentes, tolerantes y dignos de confianza. Todas estas acciones le dicen a una persona: “Te amo”. Según 1 Corintios 13.4, 5, el amor es sufrido, benigno, no jactancioso, no se envanece, y no guarda rencor. Cuando dejamos que Cristo viva en nosotros, tales cualidades caracterizarán nuestra vida y nuestras interacciones. Cada amistad se enriquece cuando permitimos que el Señor Jesús sea la tercera persona en la relación. Él nos capacita para ser leales, dignos de confianza y fieles. Si le invitamos a estar presente en nuestras amistades, el Señor nos mostrará la manera en que las puede transformar.


Adaptado del mensaje Amistades en dificultades por Charles F. Stanley.

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