Lectura: Mateo 21:1-11.
"...Mira, tu rey viene a ti, humilde y montado en un burro..." Mateo 21:5 (NVI)
Por
lo general, la gente habla de los burros en términos despectivos. Tal
vez hayas oído la expresión: "Siempre trabajo como un burro" o "fulana
de tal es más terca que una mula" (una mula es mitad burro).
Estos
dichos pasan por alto las contribuciones de un animal verdaderamente
valioso. Los burros han servido a la raza humana durante miles de años.
En una época, se los consideraba símbolos de humildad, de amabilidad y
de paz.
En
los tiempos bíblicos, se estimaba que los burros que nunca habían sido
montados eran especialmente adecuados para fines religiosos. Por esta
razón, fue sumamente apropiado que Jesús haya enviado a buscar un
pollino para que cumpliera la tarea real de llevarlo al interior de
Jerusalén.
¡Qué envidiable que fue la misión de ese burro! ¡Cuánto se parece a nuestra tarea como seguidores de Cristo!.
Hay
una misionera en China que se autodenomina "la burra del Señor". Es una
creyente humilde, que "lleva" fielmente a su Señor de una ciudad a otra
y enseña a los demás a hacer lo mismo. Dios necesita muchos "burros" de
esa clase en el mundo hoy: seres humanos humildes que lo lleven a la
Jerusalén donde ellos viven y lo den a conocer.
Fue
necesario desatar el burro para que Jesús pudiera usarlo. Nosotros
también debemos estar liberados de ataduras mundanas si deseamos servir a
Cristo. ¿Estamos dispuestos a ser burros del Señor?.
Reflexión: El trabajo humilde se vuelve santo cuando se hace para Dios.
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