Leer: Eclesiastés 3:1-11 Hoy es el primer día de primavera en la mitad norte del mundo. Si vives en Australia, es el primer día de otoño: el equinoccio de primavera en el hemisferio norte y el de otoño en el sur. El sol brilla directamente sobre el ecuador, y el día y la noche tienen la misma cantidad de horas en casi todo el mundo.
Las nuevas estaciones del año son importantes para muchos. Algunos cuentan los días con la esperanza de lo que pueda traer la nueva temporada. Quizá estás marcando el calendario, esperando que llegue la primavera y se vaya el frío. O tal vez, en otro lado del mundo, estás deseando que llegue el otoño para que alivie el calor abrasador.
La vida también atraviesa temporadas que no tienen nada que ver con el clima. El autor de Eclesiastés nos dice que hay un tiempo para cada actividad debajo del sol; un tiempo establecido por Dios para que vivamos (3:1-11).
Moisés habló de una nueva etapa en su vida después de haber guiado a los israelitas por el desierto (Deuteronomio 31:2) y entregarle el liderazgo a Josué. Y Pablo enfrentó una temporada de soledad durante su arresto en Roma, pidiendo que lo visitaran, pero entendiendo que Dios estaba a su lado (2 Timoteo 4:17).
Independientemente de las estaciones de la vida, demos gracias a Dios por su majestad, ayuda y compañía.
Señor, gracias por cada etapa de mi vida.
Cada etapa, temporada o «estación» de la vida tiene una razón para el regocijo.
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