martes, 26 de julio de 2011

Las actitudes del hijo mayor deben cambiar


Lucas 15:

25 Y su hijo mayor estaba en el campo; el cual cuando vino, y llegó cerca de la casa, oyó la música y las danzas;

26 y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello.

27 Y él le dijo: Tu hermano ha venido; y tu padre ha matado el becerro grueso, por haberle recibido sano y salvo.

28 Entonces él se enojó, y no quería entrar. Salió por tanto su padre, y le rogaba que entrase.

29 Pero él, respondiendo, dijo a su padre: He aquí, tantos años te he servido, no habiendo desobedecido jamás tu mandamiento, y nunca me has dado un cabrito para gozarme con mis amigos.

30 Pero cuando vino éste, tu hijo, que ha consumido tus bienes con rameras, has matado para él el becerro grueso.

31 Él entonces le dijo: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo que tengo es tuyo.

32 Mas era necesario hacer fiesta y gozarnos, porque éste, tu hermano, muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado.

El domingo pasado nuestro pastor hacia énfasis en el mensaje predicado por el pastor asistente, donde hubo algo que saco a relucir y fue las actitudes del hijo mayor.

Saben en la parábola del hijo prodigo hay dos enfoque, la del hijo mayor y la del hijo menor; la primera la del mayor, una actitud mala y rebelde y la segunda, la del menor una actitud humilde y sumisa.

En la iglesia y en los caminos del Señor no hay coincidencia, todo viene en el momento adecuado; este mensaje llego al punto, cuando se necesitaba.

Hay muchos que estamos en la iglesia y porque hemos trabajado mucho en la iglesia, pensamos que todo es de nosotros y que nosotros somos lo que tenemos derecho sobre todo lo que hay, ni siquiera le damos el asiento a un inconverso o alguien que nos visita.

Así como el hijo mayor habemos mucho en la iglesia, estamos con la cara con un pique en la iglesia; ya que entendemos que aquel que llego ayer, ya esta ocupando el puesto o la posición que yo merecía.

Si, pensamos como el hijo mayor o nos ponemos en la posición del hijo mayor y decimos inclusive como él;” tu nunca me ha dado nada, nunca ha hecho una fiesta para, nunca ha matado un becerro gordo para mi”

Debemos entender que como hijo, lo que le pertenece a un hijo, nadie se lo quita; pues es su herencia; así es el Señor, lo que le pertenece a cada hijo nadie se lo quita, pues le pertenece por herencia y una herencia es una herencia.

Si queremos que la iglesia crezca y se multiplique, debemos sacar las actitudes del hijo mayor de la iglesia y permitir que las actitudes humilde y sumisa del hijo menor tomen control.

Félix Abreu

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