jueves, 28 de julio de 2016

Yo declaro, Yo decreto, una gran herejía de los últimos tiempos.


“Si tú declaras, dices, estableces, decretas y todo se hace conforme a lo que tú dices, entonces, ¿para qué quieres a Dios?” — Chuy Olivares.


Este post es parte de una serie que si Dios quiere estaré escribiendo en el blog. Se trata sobre algunas manías peligrosas que abundan en muchas congregaciones.

Hago la serie porque yo tendría que odiar mucho a mi prójimo para callar sobre el tema. También la hago como adelanto a algunos posts en donde, si Dios lo permite, hablaré sobre la importancia de orar bíblicamente.

 La intención de todo esto es ayudarte a salir de lo que yo llamo “La Matrix evangélica latinoamericana”.

Hoy te hablaré sobre la moda de declarar o decretar, o confesar positivamente cosas para que sucedan.

ACLARACIÓN:

Declarar es simplemente contar algo. La Palabra de Dios está llena de declaraciones: Los hombres en la Biblia declaran los atributos de Dios, su obra misericordiosa y su promesa de salvación. También declaran cosas que les pasan al relatarlas luego de que les suceden, por ejemplo. En el Nuevo Testamento también declaran el evangelio.

Sin embargo, a lo largo de este post hablaré sobre la forma no-correcta de declarar, que consiste en decir algo para que suceda o Dios lo haga. A eso me referiré cuando hable sobre declarar.

Lo que necesitas saber sobre esa moda.

Creo que todo cristiano en Latinoamérica ha escuchado en algún momento a una persona declarar cosas. Me preocupa ver como esa moda es muy extensa y tiene aceptación por parte de muchas personas.

“No tenemos excusa para no saber que la doctrina de decretar o declarar es falsa”
No tenemos excusa para no saber que la doctrina de decretar o declarar es falsa porque tenemos la Palabra de Dios para saber la verdad.

Esa mentira de declarar cosas para que se cumplan no tiene fundamento en la Biblia y se basa en los siguientes versículos sacados de contexto:

2 Corintios 4:13: “Pero teniendo el mismo espíritu de fe, conforme a lo que está escrito: Creí, por lo cual hablé, nosotros también creemos, por lo cual también hablamos”. Una mirada al verso en su contexto nos muestra que Pablo no habla de declarar cosas para que pasen, sino de predicar el evangelio aunque tengamos dificultades (2 Cor 4:11-15).

Proverbios 18:20-21: Allí se habla de tener cuidado con lo que uno habla a fin de ahorrarnos problemas innecesarios e incluso la muerte. La  traducción NTV dice así: “Las palabras sabias satisfacen igual que una buena comida; las palabras acertadas traen satisfacción. La lengua puede traer vida o muerte; los que hablan mucho cosecharán las consecuencias”. ¡Acá no se habla de declarar nada!

Mateo 17:20: “… si tuvieran fe, aunque fuera tan pequeña como una semilla de mostaza, podrían decirle a esta montaña: ‘Muévete de aquí hasta allá’, y la montaña se movería. Nada sería imposible”. En el contexto los discípulos de Jesús trataron de expulsar a un demonio de una persona y fracasaron por su poca fe y confianza en que Dios estaba con ellos. Aquí Jesús habla de una fe que confía en Dios en medio de una tarea que Él nos ha encomendado y que está de acuerdo a Su voluntad. Lo que Jesús les dice no significa que todo lo que digamos se realizará. Él nos enseña que Dios responde a nuestras oraciones cuando permanecemos en Cristo y Sus Palabras permanecen en nosotros, esto es, cuando oramos conforme a Su voluntad revelada (Juan 15:7).

Romanos 4:16b-17: “… es por fe, para que sea por gracia, a fin de que la promesa sea firme para toda su descendencia; no solamente para la que es de la ley, sino también para la que es de la fe de Abraham, el cual es padre de todos nosotros (como está escrito: Te he puesto por padre de muchas gentes) delante de Dios, a quien creyó, el cual da vida a los muertos, y llama las cosas que no son, como si fuesen”. Aquí Pablo habla sobre la promesa que Dios le dio a Abraham. Lo que Dios dice, se hace. Cuando Él llama a las cosas que no son como si fuesen, Él hace que sean. Muchas personas toman este verso y lo tuercen para decir que debemos declarar cosas, llamando las cosas que no son como si fuesen, pero como podemos ver en el mismo versículo, está más claro que el agua que esa interpretación está muy errada. Solo Dios es Dios.

TODA la Palabra de Dios nos habla de que Él es soberano, que no somos todopoderosos, que Él escucha las oraciones que son conformes a su voluntad, y más. Son tantos los versículos que hablan de la soberanía de Dios y de que Él no está sujeto a lo que nosotros digamos o declaremos, que mejor te invito a te leas toda la Biblia porque citarlos sería súper-largo.

No importa cuánto declares o confieses positivamente cosas, Dios hará Su voluntad, no la tuya. ¡Y eso es bueno porque Él es bueno!

Entonces, ¿De dónde rayos surgió la moda del “yo declaro”? De una corriente filosófica llamada “nuevo pensamiento” inventada por Emanuel Swedenborg y desarrollada por otro llamado Phineas Quimby. Ambos negaban el evangelio. Ellos enseñaban que la mente podía dictar la realidad porque, según ellos, todo nuestro mundo es una extensión de la mente.

Sí, es una manía peligrosa.

Con el tiempo la idea de declarar cosas se popularizó y halló su lugar en la enseñanza de los falsos maestros y en la “teología de la prosperidad” que usa mentiras para hacer que la gente dé dinero a ladrones religiosos.

Es tentador el pensamiento de que lo que yo digo se hace… como si Dios fuese mi sirviente o un genio mágico listo para conceder todos mis deseos si tengo fe (no importa cuán errada esté mi fe). Eso es una trampa porque en el “yo declaro…” la fe y confianza del hombre no está puesta en Dios, sino en lo que uno mismo dice; en la acción de declarar cosas.

Entonces tenemos a un montón de personas en Latinoamérica declarando que tienen un carro nuevo, que son sanadas, que van a tener un trabajo nuevo, que van a ganar la lotería, que Dios va a bendecir sus países, que no van a tener más deudas, que ahora son disciplinados, que tienen alta autoestima, que toda una ciudad se va a arrepentir de sus pecados, etc…

Declarar no es oración aunque tal vez algunas personas lo hagan con lo que consideran una buena intención. Declarar es pretender darle órdenes a Dios. Es despreciarlo. Es un acto de orgullo. Eso es herejía y mucha gente la cree porque no leen sus Biblias y son víctimas de un efecto placebo (creen que declarar funciona porque asumen que algunas cosas buenas que pasan se deben a que “declararon” que pasarían cuando en realidad no se debió a eso sino a otras cosas; se trata de un efecto psicológico).

Además, esas personas no tienen un auténtico gozo en sus oraciones y adoración porque no creen en algo real.

 El antídoto para la manía.

“No necesito ‘declarar’ cosas porque los planes de Dios son mejores que los míos”
No necesito ‘declarar’ cosas porque los planes de Dios son mejores que los míos. Tener fe en el único y verdadero Dios no se evidencia en declarar cosas para que se cumplan, sino en vivir conforme a Su verdad cada día más, confiando en Él.

En la Biblia yo no veo a personas declarar cosas para que pasen (o las adquieran) o confesar positivamente como tanto hacen los evangélicos de hoy. Y es que los hombres de Dios saben que no importa lo que declaren, Dios tiene todo bajo control.

El cristianismo no nos promete una vida fácil o millonaria aquí en la tierra (Romanos 8:16-17 es uno de los muchos pasajes que hablan sobre eso). Lo que sí nos promete el cristianismo es vida eterna. Nos promete socorro, nos promete conocer a Dios. Así que tenemos que entender que aunque estemos en una situación difícil, Dios no se ha olvidado de nosotros y no hay motivos para pretender darle órdenes a Él en vez de pedirle con humildad lo que queramos pedirle y confiar en que Él es más sabio que nosotros (Santiago 4:6).

Es necesario que nos adentremos en Su Palabra y comprendamos que Él es más soberano que lo que podemos imaginar. Dios quiere que descanses en la verdad de que Él es bueno y usa todo para el bien de Sus Hijos a fin de que ellos sean hechos conformes a la imagen de Jesús (Romanos 8:28-29).


No necesitamos declarar cosas de forma anti-bíblica porque Dios en Su gran misericordia declaró en una cruz que nos ama, y si hemos creído en Jesús y somos hijos de Dios, Él cuida de nosotros y realizará Su asombrosa voluntad en nuestras vidas por amor a Su nombre.


NOTICIAS DEL FIN

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