LEA: Lucas
15:3-7 | Durante un viaje con un coro de una escuela secundaria cristiana, para
apoyar la obra misionera en Jamaica, fuimos testigos de una demostración
práctica del amor de Dios. El día que visitamos un orfanato para niños y
jóvenes minusválidos, nos enteramos de que Diego, uno de los chicos al que
nuestro grupo había conocido y que tenía parálisis cerebral, iba a ser
adoptado.
Cuando la
pareja que lo iba a adoptar llegó a la «base» donde estábamos alojados, fue un
gozo hablar sobre él, pero aun mejor fue lo que sucedió después. Todavía nos
encontrábamos allí cuando Diego y sus nuevos padres volvieron tras haberlo
retirado del orfanato. Mientras la flamante mamá abrazaba a su hijo, los estudiantes
se reunieron alrededor de ella y cantaron canciones de alabanza. Las lágrimas
fluían… lágrimas de gozo. ¡Y Diego estaba radiante!
Más tarde,
uno de nuestros jóvenes me dijo: «Me hace pensar en lo que sucede en el cielo
cuando una persona es salva. Los ángeles se regocijan porque alguien ha sido
adoptado en la familia de Dios». Sin duda, era un cuadro del gozo que hay allí
cuando un ser humano se une para siempre a la familia de Dios por la fe en
Cristo. Jesús se refirió a ese grandioso momento cuando declaró: «habrá […]
gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente» (Lucas 15:7).
Alabemos al
Señor por habernos adoptado en su familia. ¡Con razón los ángeles se regocijan!
Los ángeles
se regocijan cuando nos arrepentimos.
Nuestro Pan
Diario
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