martes, 19 de mayo de 2015

POR LA MISERICORDIA DE DIOS HOY ES MI CUMPLEAÑOS


  
“Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha liberado de la ley del pecado y de la muerta”. (Romanos 8: 2.)

Un 17 de Mayo como hoy, minutos después de que cortaron el cordón umbilical, se miran a los ojos. Los jóvenes esposos no pueden creer que en sus brazos y alzando sus ojitos para verlos tienen un bebito chiquitito y hermoso, su hijito. Nunca han visto algo tan hermoso como cuando yo nací… tan perfecto… tan maravilloso. Y no recuerdan ninguna otra ocasión en que se hayan sentido más felices.

Durante nueve meses estos nuevos padres soñaron con el nacimiento de su hijo. Ahora contemplan esa cosita chiquita y anticipan verla crecer. Al arropar con cariño al indefenso montoncito de vida, sus ojos se llenan de lágrimas de felicidad. Sus esperanzas están cifradas en un futuro brillante.

Después su muchachito crece y dibuja todo la puerta con un marcador o simplemente rayando con algún objeto. Y los padres están seguros de que su felicidad ha terminado. En realidad no es así. El tema no es que alguno tenga un final infeliz, sino que cada uno tiene un comienzo feliz.

Pocas cosas en la vida son tan maravillosas como llegar a ser mamá o papá. Pero hay un momento que es aún más feliz.

Hmmm… ¿cuál es?

No fue el día que por fin iba al baño sólito. No es el día cuando aprendí a salir con mis amigos. Ni siquiera será el día cuando obtuve mi permiso para manejar.

No hay modo de describir la felicidad que hubo el día de mi re–nacimiento, el día que confié en Jesús como mi Salvador y Señor, cuando entendí lo que dijo Jesús a Nicodemo: “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios”. (Juan 3: 3.)

Cuando entendí lo que dijo Jesús: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas es el que no creyere, será condenado”. (Marcos 16: 16.).

Cuando entendí el mandamiento de Jesús: “por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del hijo, y del Espíritu Santo”. (Mateo 28: 19.).

Cuando entendí el cumplimiento de este mandamiento de Jesús: Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesús para perdón de los pecados; y recibiréis el don del espíritu santo. (Hechos 2: 28.).

No hay mas felicidad recordar el día de mi re-nacimiento, cuando fui bautizado en el nombre de Jesús para el perdón de mis pecados.

Así como los padres esperan llenos de cariño y anticipación el nacimiento de un hijo, Dios esperó ansiosa mente nuestro re–nacimiento. El Espíritu Santo de Dios siembra la semilla del amor en nuestro corazón. Esperando que llega el día cuando creeríamos en Cristo Jesús. “Así os digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente”. (Lucas 15: 10.).


El día que aceptamos a Jesús como nuestro señor y salvador causó un gozo inmenso en el cielo y a nuestros seres queridos. Sí, todos tenemos cumpleaños, y eso es grandioso. Pero nuestro re–cumpleaños es aún más grandioso. Si tú lo tienes, ¡festéjalo! Si todavía no has confiado en Jesús como tu Salvador, habla con tus padres y familia, escudriña la biblia acerca de lo que eso significa.

PARA DIALOGAR: Si los padres se emocionan cuando nacen sus hijos, ¿cómo crees que se siente Dios cuando una de sus criaturas acepta su salvación y nace de nuevo?


AUTOR  JOSE GONZALEZ

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