Leer | Juan
14.7-27 | Cuando cultivamos una vida de oración firme, nuestra manera de vivir
y de ver las cosas cambian. Mediante la oración, el Señor puede transformar
nuestra debilidad en su fortaleza, nuestra ignorancia en su sabiduría y nuestro
vacío en su plenitud. El Señor Jesús está comprometido a darnos todo lo que
pidamos en su nombre. Pero, ¿qué significa esto realmente?
Orar en su
nombre significa reconocer que el Señor Jesús ha abierto el camino para que
tengamos acceso al Padre. Cualquier persona que crea en la muerte de Cristo
como pago total por sus pecados y le reciba como su Salvador personal puede,
asombrosamente, acercarse al trono de Dios Todopoderoso (He 4.16).
Orar en su
nombre significa ejercer la autoridad que
Él ha dado a cada hijo nacido de nuevo. Jesús, el heredero de todas las cosas,
nos ha hecho “coherederos” con Él (Ro 8.14-17). Entender nuestra posición debe
darnos confianza y osadía para pedir con humildad y esperar la maravillosa
respuesta de Dios. Estamos en una misión que nos obliga a ser personas de
oración —conectadas siempre con el poder del Espíritu Santo, clamando siempre
al Padre y dependiendo siempre de Él como nuestra fuente de ayuda.
Orar en el
nombre de Jesús significa conformidad con
su voluntad. Usted pide al Padre que supla su necesidad o su deseo como lo
haría Jesús, de estar Él en su situación. Si usted ora con esta actitud, Dios
le revelará su voluntad, porque usted deseará hacer solo lo que Él quiera. Esta
es la clase de oración que cambia al mundo.
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