LISTIN
DIARIO - Me sorprendió un aguacero y, luego de un buen trecho, pude guarecerme
en la casa de un viejo campesino de la sierra. Me llamó la atención lo apacible
que lucía su arrugado rostro mientras, absorto, contemplaba el aguacero caer.
Después de un rato en silencio exclamó: “El agua es una bendición de Dios”, y
luego siguió con su silenciosa observación.
Miré a mi
alrededor y pude notar lo verde de los campos y su exuberante belleza,
comprobando de inmediato la verdad de lo dicho.
La lluvia
me obligó a quedarme un largo rato en compañía de aquel observador y agudo
hombre de nuestras montañas, y tuve tiempo de reflexionar:
el agua es
un don de la naturaleza, es gratuita, y donde hay agua hay vida. El líquido
moja la tierra, la empapa, hace germinar las semillas y provoca el nacimiento y
el crecimiento de los frutos. Es un proceso natural que se desarrolla en
silencio sin esfuerzo ni violencia.
Con el amor
auténtico sucede algo semejante a la lluvia. Es un proceso provocado por Dios,
única fuente del verdadero amor. Por más esfuerzo que hagamos los hombres nunca
podremos producir el verdadero amor, sólo una caricatura.
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El
evangelio de este domingo (Mateo 22, 34-40) nos dice que del amor a Dios y del
amor al prójimo depende toda la ley. Ahora bien, el amor genuino sólo viene de
Dios, tal como lo afirma San Juan. Nos lo regala de manera incondicional, y
para recibirlo solo se requiere pedirlo. Dios es amor, y Dios nunca se niega a darse a sí mismo.
Como la
lluvia, sin darnos cuenta, el Amor se hace presente y poco a poco moja, empapa,
inunda nuestros corazones, y luego, sin esfuerzo ni violencia, se desborda
hacia fuera hacia los demás.
El Señor
añadió: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. Quiere que nos veamos a nosotros
mismos como Él nos ve, como sus criaturas, como sus hijos, con los atributos y
cualidades que Él quiso regalarnos.
Se trata
pues de descubrir la obra de Dios en nosotros, y de aceptarla. Los psicólogos
hablan de autoaceptación, de amor a sí mismo.
Al reconocer
en nosotros mismos el amor de Dios, se inicia un proceso, y sin esfuerzo ni
violencia surge el verdadero amor al prójimo.
El autor
francés Louis Marie Parent explica: “Este amor no es producto de la
inteligencia ni de la voluntad... surge sin esfuerzo del corazón como la savia
de un árbol sin esfuerzo ni violencia...
Dedíquese a
descubrir en sí la presencia de un Dios viviente, actuante, amante, que se
manifiesta cada vez que se toma conciencia de una u otra de la cualidades
positivas de su ser”.
Otro autor,
el conocido sacerdote jesuita A, de Mello, de gran sabiduría y espiritualidad,
expresa a manera de resumen:
“Tú no
puedes poseer amor, es el amor el que te posee a ti”.
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La pregunta
de hoy:
¿Amarse a
sí mismo es egoísmo?
La
respuesta la tiene I. Larrañaga: “La única manera de amar realmente al prójimo
es reconciliándonos con nosotros mismos, aceptándonos y amándonos
serenamente. El hombre es capaz de
amar... en la medida en que él mismo sea feliz. Hay que comenzar, pues, por uno
mismo”.
Mensaje
escrito por:
Marcos Troncoso López-Penha.
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