El apóstol Pablo lo planteó a
los creyentes de Éfeso, en el primer siglo, con una enseñanza que cobra
especial validez en nuestro tiempo: “…porque el marido es la cabeza de su
esposa como Cristo es cabeza de la iglesia. Él es el Salvador de su cuerpo, que
es la iglesia.”(Efesios 5.23. NTV)
El autor y conferencista
internacional, John Piper, anota que “…el liderazgo de un esposo se expresa al
tomar la iniciativa de asegurarse que la familia está protegida y atendida. De
modo que la protección y la provisión no están separadas del liderazgo. Son dos
áreas fundamentales donde el esposo está llamado a cargar con la
responsabilidad principal.” (John Piper. “Pacto matrimonial”. Tyndale House Editores.
2009. EE. UU. Pg. Pg. 75)
Hemos perdido influencia en la
familia en gran medida porque dejamos de lado la importancia de asumir el
liderazgo. Y ese liderazgo no debe ser interpretado como imposición o un manejo
dictatorial, sino más bien como el proceso de sentar principios y valores que
ayuden a transformar el pensamiento y acciones del cónyuge y de los hijos.
El egoísmo se ha convertido en
uno de los problemas familiares de fondo. Cada quien quiere hacer, al interior
de la pareja, lo que quiere. Se desconoce que el otro es muy importante. Que no
somos el centro del universo y que, la familia, funciona cuando hay unidad y
sometimiento a Dios y Sus principios.
Renunciar a nuestros propios
intereses para volcarnos hacia la familia, es una de las formas prácticas de
aplicar la enseñanza de nuestro Señor Jesús cuando dijo: “Y el que no toma su
cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí.”(Mateo 10:38. La Biblia de Las
Américas; Lucas 14:27)
Si deseamos fortalecer la familia, que la
unión sea sólida y permanezca en el tiempo, es necesario ejercer un liderazgo
como lo enseñó nuestro amado Salvador Jesucristo: De entrega y renuncia.
Entrega, porque todos en casa merecen que demos lo mejor por ellos, y de
renuncia, porque es necesario dejar de lado todo egoísmo.
La necesidad de recobrar el
liderazgo familiar, partiendo de renunciar a principios egoístas y asumiendo
compromiso con la pareja y con los hijos, es resaltada por el autor y
conferencista, Alex Kendrick cuando escribe: “Demasiados hombres desperdician
sus vidas. No conocen en realidad al Dios que dicen adorar y son incapaces de
precisar para qué viven. Andan desganados e indecisos por la vida, perdidos
espiritualmente en una niebla de confusión y apatía. Pueden decirte lo que
harán este fin de semana, pero no tienen ni idea de cuál es su propósito en la
vida o en la eternidad. En consecuencia caen en una rutina mecánica y pierden
el tiempo en asuntos triviales.”(Sthepen y Alexis Kendrick. “La resolución para
hombres”. B&H Editores. 2012. EE.UU. Pg. 1)
La familia no puede seguir
caminando hacia el abismo porque hay padres que no se preocupan por sus deberes
familiares, porque descuidan a su esposa y prefieren ir a jugar billar o quizá
al futbol, que pasar el fin de semana con sus hijos.
Estamos a tiempo de retomar el
curso de las cosas. Si le concedemos a Dios el primer lugar, si permitimos que
nos guíe, sin duda podremos experimentar una transformación positiva y duradera
en nuestra relación de pareja y con los hijos. Es una decisión que nadie más,
salvo usted, podrá tomar. Y esa decisión comienzo con un primer y grande paso:
Abrirle las puertas de nuestro corazón al Señor Jesucristo. Puedo asegurarle
que no se arrepentirá.
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