Mateo
6.25-30 | La ansiedad es un ladrón. La combinación de temor e incertidumbre
priva a muchos creyentes de la paz que el Padre celestial desea darles (Jn
14.27). Pero la ansiedad no se ajusta a lo que somos en Jesucristo. Al poner
nuestra fe en Él, hemos colocado nuestra vida en las manos de un Dios soberano
que quiere lo mejor para sus hijos. ¿Qué podemos temer cuando confiamos en Él?
Creer en el
Señor no significa que jamás experimentaremos incertidumbre. Lo que debe
significar es que optamos por dejar de lado la ansiedad, y confiar en que Él se
ocupará de nuestras necesidades en su momento y a su manera. Cuando no lo
hacemos, el temor y la duda pueden afianzarse en nuestro pensamiento y
convertirse en una muralla. Entonces Satanás penetrará y utilizará todos los
recursos para volvernos aprensivos. Esa es la ansiedad pecaminosa —un
sentimiento de temor que aplasta nuestra fe.
La fe puede
ser sitiada y derribada cuando su base está debilitada por la incredulidad. No
quiero decir que un creyente angustiado no sea realmente un cristiano. Sin
embargo, cuando dice: “Sé que Dios tiene el poder de encargarse de los
problemas de mi vida, pero no estoy seguro de que querrá hacerlo”, los
creyentes inseguros pueden buscar la manera de solucionar el problema por sí
mismos en vez de esperar pacientemente en el Señor por su ayuda.
El Señor ve
el principio y el final de cada situación que enfrentamos. Él conoce el origen
de nuestra ansiedad, la mejor manera de aquietar nuestro corazón y cómo
convertir nuestro llanto en alegría. Él hará todo esto sin apartarse de nuestro
lado, porque nos ama profundamente y desea bendecirnos en abundancia.
EN CONTACTO
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.