Leer: 1 Reyes 19:19-21 | Cuando era niña,
me encantaba ir a las reuniones del domingo por la noche en la iglesia. Eran
emocionantes porque podía escuchar a misioneros y otros oradores invitados. Sus
mensajes me inspiraban debido a su disposición a dejar familia y amigos —a
veces, casas, posesiones y profesiones— para ir a lugares extraños,
desconocidos y, en ocasiones, peligrosos para servir a Dios.
Como esos misioneros, Eliseo dejó muchas
cosas para seguir a Dios (1 Reyes 19:19-21). Antes de que el Señor lo llamara,
no sabemos mucho de él, excepto que era granjero. Cuando el profeta Elías lo
encontró en el campo arando, le arrojó su manto (el símbolo de su rol de
sacerdote) sobre los hombros y lo invitó a seguirlo. Tras pedir solamente
despedirse de sus padres, Eliseo sacrificó inmediatamente su buey, quemó su
arado, dijo adiós a su familia… y siguió a Elías.
Aunque no muchos somos llamados a dejar
familia y amigos para servir a Dios como misioneros a tiempo completo, Él
quiere que todos lo sigamos y que «cada uno como el Señor le repartió, y como
Dios llamó a cada uno, así haga» (1 Corintios 7:17). Tal como ha sido a menudo
mi experiencia, servir a Dios puede ser emocionante y exigente,
independientemente de dónde estemos; aunque nunca dejemos nuestro hogar.
Señor,
ayúdame a ser un misionero dondequiera que esté.
Dios nos
mostrará cómo servirle dondequiera que estemos.
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