sábado, 12 de octubre de 2013

Soy invisible




 LEA: Isaías 40:25-31 | Mi amiga Jane dijo algo en una reunión de trabajo, y nadie contestó. Entonces, lo repitió, y tampoco obtuvo respuesta; sus compañeros simplemente la ignoraron. Se dio cuenta de que su opinión no importaba mucho. Se sintió desvalorizada e invisible. Tal vez tú también conozcas ese sentimiento.

 El pueblo de Dios se sintió así como nación (Isaías 40). ¡Solo que los israelitas creían que era Dios quien no los veía ni entendía cuánto luchaban diariamente para sobrevivir! El reino del sur había sido llevado cautivo a Babilonia, y la nación exiliada se quejó: «… Mi camino está escondido del Señor, y de mi Dios pasó mi juicio» (v. 27).

Si bien Isaías estaba de acuerdo en que, comparadas con Dios, «… las naciones le son como la gota de agua que cae del cubo, y como menudo polvo en las balanzas le son estimadas…» (v. 15), también quería que el pueblo supiera que Él da poder a los débiles y fortaleza a quienes la necesitan (v. 29). Y agregó que si esperaban en el Señor, Él les renovaría las fuerzas. Levantarían vuelo con alas como las de las águilas; correrían y no se cansarían (v. 31).

Cuando te sientas invisible o desvalorizado, recuerda que Dios te ve y se interesa por ti. Espera en Él, y te dará nuevas fuerzas.

Aunque no percibamos la presencia de Dios, su cuidado amoroso siempre nos rodea.

(Nuestro Pan Diario)

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