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Tesalonicenses 2:1-7 | El pasatiempo de Marcos es una pequeña granja. Hace
poco, cuando fue a ver las vacas que criaba, ¡se sorprendió al ver un ternero
recién nacido! Cuando compró el ganado, no sabía que había una preñada.
Lamentablemente, la vaca tuvo complicaciones y murió poco después del parto.
De
inmediato, Marcos compró leche en polvo para alimentar al ternero con un biberón.
«¡El ternero cree que soy su madre!», dijo él.
Esta tierna
historia del nuevo papel de Marcos me recuerda a Pablo, cuando se comparó con
una madre amorosa, al ocuparse de los creyentes en Tesalónica: «Antes fuimos
tiernos entre vosotros, como la nodriza que cuida con ternura a sus propios
hijos» (1 Tesalonicenses 2:7).
Pablo
adoptaba la actitud de una nodriza cuando le enseñaba a la gente. Sabía que los
creyentes necesitaban «la leche» de la Palabra de Dios para crecer
espiritualmente (1 Pedro 2:2), pero también prestaba especial atención a las
necesidades de aquellos a quienes cuidaba: «… sabéis de qué modo, como el padre
a sus hijos, exhortábamos y consolábamos a cada uno de vosotros, y os
encargábamos que anduvieseis como es digno de Dios» (1 Tesalonicenses 2:11-12).
Al
servirnos unos a otros, hagámoslo con el cuidado tierno y amoroso de nuestro
Salvador, estimulándonos en nuestra travesía espiritual (Hebreos 10:24).
Dios
derrama su amor en nuestro corazón para que fluya hacia los demás.
(Nuestro
Pan Diario)
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