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Proverbios 15:1-23 | El 28 de julio de 1914, Austria y Hungría le declararon la
guerra a Serbia, tras los asesinatos del archiduque Francisco Fernando y su
esposa Sofía. A los 90 días, otros países europeos habían adoptado bandos para
respetar sus alianzas militares y lograr concretar sus ambiciones. Un solo
acontecimiento se transformó en la Primera Guerra Mundial, uno de los
conflictos militares más destructivos de los tiempos modernos.
La tragedia
de la guerra es alarmante; no obstante, nuestras relaciones interpersonales y
nuestras familias pueden desintegrarse con apenas unas palabras desagradables.
Santiago escribió: «¡… cuán grande bosque enciende un pequeño fuego!» (Santiago
3:5). Una clave para evitar el conflicto verbal se encuentra en Proverbios: «La
blanda respuesta quita la ira; mas la palabra áspera hace subir el furor»
(15:1).
Un pequeño
comentario puede desencadenar una gran pelea. Cuando, por la gracia de Dios,
decidimos no vengarnos con nuestras palabras, honramos a nuestro Salvador
Jesús. Cuando abusaron de Él y lo insultaron, se cumplieron las palabras
proféticas de Isaías: «Angustiado él, y afligido, no abrió su boca…» (Isaías
53:7).
Proverbios
nos exhorta a decir la verdad y buscar la paz con nuestras palabras: «La lengua
apacible es árbol de vida […]; y la palabra a su tiempo, ¡cuán buena es!»
(15:4, 23).
Señor,
hazme un instrumento de paz. Donde haya odio, que siembre amor.
Nuestro Pan
Diario
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