LEA: Mateo
11:25-30 | Cuando entraba en una iglesia de Klang, en Malasia, me intrigó un
cartel de bienvenida, que nombraba al edificio: «Un santuario para los
trabajados y cargados».
Pocas cosas
reflejan mejor lo que Cristo quiere que sea su iglesia: un lugar donde las
cargas se aligeren y los cansados encuentren reposo. Esto fue vital en el
ministerio de Jesús, ya que declaró: «Venid a mí todos los que estáis
trabajados y cargados, y yo os haré descansar» (Mateo 11:28).
Jesucristo
prometió tomar nuestras cargas pesadas y cambiarlas por la suya, que es
liviana: «Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y
humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es
fácil, y ligera mi carga» (vv. 29-30).
Esta
promesa está respaldada por la gran fortaleza del Señor. Independientemente de
las cargas que llevemos, en Cristo hallamos los hombros poderosos del Hijo de
Dios, quien promete intercambiar nuestros pesos agobiantes por su carga
liviana.
Cristo,
quien nos ama con amor eterno, comprende nuestras luchas, y podemos confiar en
que nos proporcionará el descanso que nunca seremos capaces de encontrar sin
ayuda. Su poder es suficiente para suplir nuestra debilidad, y esto convierte
al Señor en nuestro «santuario para los trabajados y cargados».
Dios llama
a los cansados a descansar en Él.
Nuestro Pan
Diario
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