Leer: Lucas 1:5-17 | A veces, Dios se toma
su tiempo para responder nuestras oraciones, y nos cuesta entenderlo.
Esa era la situación de Zacarías, un
sacerdote a quien se le apareció el ángel Gabriel y le dijo: «Zacarías, no
temas; porque tu oración ha sido oída, y tu mujer Elisabet te dará a luz un
hijo, y llamarás su nombre Juan» (Lucas 1:13, énfasis añadido).
Probablemente, Zacarías le había pedido a
Dios un hijo muchos años antes, y le costaba creer el mensaje del ángel ahora
que su esposa estaba más allá de la edad de tener hijos. Aun así, Dios
respondió su oración.
La memoria de Dios es perfecta. Jamás
olvida nuestras oraciones, y tal vez responda mucho después de que le
presentamos nuestras peticiones. A veces, el Señor responde «no», y otras,
«espera», pero su respuesta siempre está acompañada de amor. Los caminos de
Dios superan los nuestros, pero siempre podemos confiar en que son buenos.
Eso fue lo que descubrió Zacarías. Pidió un
hijo, pero Dios le dio aun más. Su hijo Juan se transformaría en el profeta que
anunciaría la llegada del Mesías.
La experiencia de Zacarías demuestra una
verdad vital que debería animarnos al orar: los tiempos de Dios rara vez son
los nuestros, pero siempre vale la pena esperarlos.
Salvador,
¡gracias porque puedes tomar mis oraciones y hacer mucho más de lo que puedo
imaginar!
Cuando no
podemos ver la mano de Dios, podemos confiar
en su corazón.
NUESTRO PAN DIARIO
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