
“»¿Y por
qué te preocupas por la astilla en el ojo de tu amigo cuando tú tienes un
tronco en el tuyo?” Lucas 6.41
Jesús dijo estas palabras al escuchar a un
grande grupo de personas, pero específicamente se dirigió a los discípulos. Entonces,
se aplica a todos pero es aun mas importante para aquellos en el liderazgo, es
decir, aquellos que están fijando ejemplo.
Voy al
grano. No eres perfecto. Nadie lo es. Si tratas de liderar desde una posición
de perfección y no de vulnerabilidad, serás como un ciego guiando a otro ciego.
Debes ser honesto sobre lo feo de tu pasado y de tu presente. Debes estar
dispuesto a exponerte como un modelo realista, demostrando a los demás como
tratar con los problemas y temas personales. Si haces esto, otros se sentirán
seguros de hacer lo mismo. No es saludable cubrir lo normal de la humanidad con
la percepción de perfección.
Si puedes
hacer esto, aprender a ser vulnerable con otros sobre la “astilla” en tu propio
ojo, entonces podrás enseñarle a otros como tratar con sus astillas, tronco o
lo que sea que haya en sus propios ojos. Les estarás enseñando como ser sanos.
Si eres
jefe y haces esto, tendrás empleados más felices, más saludables y más
productivos. Si eres pastor, tendrás una iglesia saludable y real, en vez de un
cáncer interno con fachada de iglesia. Si eres padre (esto es importante),
tendrás hijos que no sienten la necesidad de ser perfectos para ser amados por
ti. Ellos confiarán en ti y te seguirán.
Puede que
se sienta seguro el esconder tu dolor, imperfección y tus luchas, pero el
sentirse seguro no crea salud en las relaciones ni en la gente.
Hoy, toma
el riesgo de liderar desde una posición vulnerable y realista. Habla sobre tus
fracasos pasados y lo que has aprendido de ellos. Explica tu dolor del pasado y
tu dolor del presente, para que tus hijos, iglesia o empleados sepan por qué
pones las reglas que pones. Déjales ver
mas que la persona perfecta que quisieras ser. Sé vulnerable y obersva como
Dios utiliza eso para crear salud en ti y en los demás.
El volver
un ojo ciego hacia tus propias cosas perpetua ceguedad en los demás.
Robert Vander Meer
La Arboleda
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