¿A quién
iremos? Tú tienes palabras de vida eterna (Juan 6:68)
Estas
palabras pronunciadas por el apóstol Pedro ponen de manifiesto que existe una
única fuente de vida eterna: Jesús, quien, a través de su vida y de su muerte,
nos ha dado el mensaje del amor y la salvación.
La
muchedumbre llevaba tiempo siguiendo al Mesías y habían visto ya grandes
milagros, sin embargo, replicaron con temor: «Dura es esta palabra; ¿quién la
puede oír?» (Juan 6: 60).
El
evangelio de la salvación y la redención nos puede parecer algo duro, porque no
pronostica un camino fácil, sin dificultades ni penurias. Si Cristo lo dejó
manchado con su sangre, ¿no habremos nosotros de dejar también nuestra huella
de sufrimiento y entrega? Satanás constantemente nos azota porque su objetivo
es que nuestros pies flaqueen y nuestro espíritu se desanime.
Por eso
Jesús te pregunta hoy y cada mañana: «Ante las dificultades y adversidades que
tengas que enfrentar en esta vida, ¿te alejarás de mí o decidirás seguirme?».
Lee con
atención este poema de Emilio Martínez titulado
«Solo tú».
«Cuando las
negras olas agitadas
combatieron
con furia mi barquilla,
lejos aún
de salvadora orilla,
las fuerzas
agotadas,
¿quién sino
tú, Señor, trabó mi mano?
¿Quién me
sostuvo en medio del océano?
Cuando en
la sombra la maldad me hiere
y en mis
entrañas se estremece el alma,
¿quién sino
tú me infunde dulce calma
y me
aconseja que paciente espere?
Solo tu
amor a contrición me llama.
Solo tu
amor que poderoso clama.
Tu amor que
es sin doblez, inagotable,
me consuela
en mis horas de amargura.
Tu bondad
infinita, inmensurable,
¡tu
paciencia, Señor, y tu ternura!
Porque sé
que si lloro, tú conmigo
lloras
también, ¡mi generoso Amigo'»
¡Cuán
consoladoras son las palabras de vida que Jesús tiene para nosotros! Si estás
pasando por momentos difíciles, si la vejez llega opacando tu horizonte, si la
enfermedad te roba las fuerzas, si el llanto nubla tus ojos cansados, puedes
descansar en los brazos de Jesús. Por eso, confiadamente podrás decirle:
«Amigo, no tengo adonde ir, pero sé que tú siempre me recibirás. Gracias».
Tomado de
meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano
del Señor
Por Ruth
Herrera
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