viernes, 7 de marzo de 2014

El proceso de la tentación


 Leer | 1 Corintios 10.12, 13 | Hay personas que actúan como si no hubiera defensa contra la tentación. Al primer indicio de deseo, se rinden desesperadas. Lo que no reconocen es que la seducción es un proceso que puede ser interrumpido en cualquier etapa.

 La tentación comienza, por lo general, en la mente, donde experimentamos una vida de fantasía activa. Con esto quiero decir que la mente humana tiene la capacidad de crear conversaciones y experiencias completas a partir de la nada. Por medio de la fantasía podemos disfrutar de algo sin tenerlo en el mundo real. La gente suele pensar que una fantasía es inofensiva, pero no es así.

El mundo de la imaginación puede llevar a la esclavitud. Con el tiempo, la fantasía se convierte en aburrida, y uno comienza a necesitar algo que produzca más satisfacción. Al final, nuestros pensamientos están tan absortos en la tentación, que parece imposible pensar en otra cosa. Cuando eso sucede, nuestra mente ha sido cautivada por el deseo. Siempre que nuestra vida se centre en algo que no sea Dios, hemos sido atrapados.

Ya que el proceso de la tentación comienza en nuestra mente, puede ser difícil escapar. No importa adónde vayamos o qué hagamos, nunca seremos capaces de correr más rápido que nuestra mente. Sin embargo, podemos interrumpir el proceso, llenando nuestra cabeza con la Palabra de Dios. A medida que sigamos alimentando nuestra imaginación con la buena comida de las Sagradas Escrituras, la Palabra de Dios servirá para combatir la fantasía tentadora. La Biblia es poderosa —confíe en ella para verse libre de la presión de la tentación.


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