Leer: Juan
17:6-10 | La Biblia en un año: 2 Timoteo 3 | El aviso fúnebre de Alan Nanninga,
un hombre de donde yo vivo, lo identificaba como «sobre todo, un testigo fiel
de Cristo». Después de describir su vida familiar y su carrera profesional, el
artículo hablaba sobre casi una década de problemas de salud progresivos.
Concluía
diciendo: «Sus internaciones en el hospital […] le confirieron el título
honorario de “El paciente de la oración”», por su ministerio hacia los demás
enfermos. Aquí tenemos a un hombre que, en sus períodos de aflicción, se
dedicaba a orar por y con las personas necesitadas que lo rodeaban.
Horas antes
de que Judas lo traicionara, Jesús oró por sus discípulos: «Y ya no estoy en el
mundo; mas éstos están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, a los que me
has dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros» (Juan
17:11). Como sabía lo que iba a suceder, Jesús dejó de pensar en sí mismo y
centró su atención en sus seguidores y sus amigos.
Durante
nuestros períodos de enfermedad y angustia, anhelamos y necesitamos las
oraciones de los demás. ¡Cuánto nos ayudan y animan esas oraciones! Que
nosotros, como nuestro Señor, elevemos nuestros ojos para orar por aquellos que
nos rodean y enfrentan una gran necesidad.
Señor, pongo hoy ante
ti en oración a los enfermos
y los necesitados.
Nuestros problemas pueden llenar
nuestras oraciones
NUESTRO PAN
DIARIO
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