Levítico
19.1-3 | Biblia en un año: 1 Crónicas 22-24 | Dios espera grandes cosas de los
hijos y de los padres. En el pasaje de hoy, Él enlaza la santidad —entre otras
cosas— con la honra al padre y a la madre. De hecho, el Antiguo Testamento
contiene severas advertencias en contra de la falta de respeto y la desobediencia
a los padres (Éx 21.15; Dt 21.18-21).
El Señor
sabía que los hijos rebeldes que escapan de la disciplina por sus malas
acciones podían llevar a una sociedad al caos. Basta con mirar a nuestro
alrededor. Lamentablemente, no es muy difícil encontrar adultos que no toman en
cuenta la ley de Dios, que no les importa la disciplina y que no enseñan a sus
hijos principios espirituales, morales ni éticos. Cuando permitimos que los
hijos se salgan con la suya por desobedientes, estamos eludiendo la
responsabilidad que Dios nos ha dado como padres.
Cuando los
padres son firmes de manera amorosa y disciplinan a sus hijos, se colocan en
una posición de recta autoridad. Pasar por alto la desobediencia o la falta de
respeto es restar importancia a la Palabra de Dios. Un hijo que no respeta a
sus padres ha desobedecido las Sagradas Escrituras (Éx 20.12). Pero no
solamente el hijo ha pecado, sino también el padre que ha permitido la falta.
Además, se ha abierto la puerta para que el hijo cuestione el resto de la ley
de Dios: Si esa norma no es importante, puede ser que las otras tampoco lo
sean.
Honre a su
madre, y si usted es una madre, sea digna de la estima de sus hijos. Espere
obediencia y respeto de ellos, ya sean pequeños, adolescentes o adultos. Dios
le ha hecho a usted responsable de sus hijos, por tanto, honre al Señor
dándoles un buen ejemplo.
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