El tiempo
adecuado para casarse es diferente para cada persona y único para cada
situación. Los niveles de madurez y la experiencia de la vida son factores
variables. Algunas personas están listas para el matrimonio a los 18 años, y
algunas jamás están preparadas para ello. Al buscar a través de la páginas del
directorio, y ver anuncios que dicen “¡Divorcios – $2,000.00!” es obvio que mucha
de nuestra sociedad no apreció el matrimonio como un compromiso perdurable. Sin
embargo, esta es la opinión del mundo, la cual usualmente contradice a la de
Dios (1 Corintios 3:18).
Para un
matrimonio exitoso, es imperativo contar con un fuerte cimiento, y éste debe
establecerse aún antes de comenzar a tener citas o cortejar al compañero en
potencia para toda la vida. Nuestro caminar cristiano debe incluir mucho más
que sólo asistir a la iglesia los domingos y asistir a un estudio bíblico.
Debemos tener una relación personal con Dios que se da sólo a través de la
confianza y la obediencia a Jesucristo. Debemos educarnos a nosotros mismos
acerca del matrimonio, buscando la visión de Dios para él, antes de lanzarnos.
Una persona debe saber lo que dice la Biblia acerca del amor, el compromiso,
las relaciones sexuales, el papel del esposo y la esposa, y las expectativas de
Dios para nosotros antes de comprometernos para el matrimonio. También es
importante tener al menos a una buena pareja de cristianos casados como modelo.
Ellos pueden responder a nuestras preguntas acerca de factores que conducen a
un matrimonio exitoso, la manera de crear la intimidad (más allá del aspecto
físico), de qué manera es su fe algo invaluable en sus vidas, etc.
Antes de
considerar el matrimonio, una pareja debe primeramente asegurarse de que no
estén unidos en yugo desigual, significando que uno sea un creyente y el otro
no. Segunda de Corintios 6:14-15 dice, “No os unáis en yugo desigual con los
incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y
qué comunión la luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O
qué parte el creyente con el incrédulo?” Porque un cristiano que se casa
voluntariamente con un incrédulo, no solamente peca, sino que incurre en un
grave error que él o ella inevitablemente lamentará. Los cristianos son
miembros de la familia de Dios, y los incrédulos son enemigos de Dios
(Colosenses 1:19-22). La gente está ya sea bajo el control de Dios o de
Satanás, y estas dos fuerzas no pueden convivir juntas en armonía (Hechos
26:18).
Una pareja
en prospecto de matrimonio, también necesita asegurarse de conocerse bien uno
al otro. Deben conocer las opiniones del otro sobre el matrimonio, finanzas,
suegros, crianza de los niños, disciplina, deberes del esposo y la esposa, si
alguno de los dos, o ambos estarán trabajando fuera de casa, y deben conocer el
nivel de madurez espiritual de la otra persona. Mucha gente se casa confiando
en la palabra de la pareja en que son cristianos, sólo para descubrir más tarde
que solo era de palabra. Toda pareja que esté considerando casarse, debe pasar
por consejería con un consejero matrimonial cristiano o su pastor. De hecho,
muchos pastores no celebran bodas, a menos que se hayan reunido varias veces
con la pareja en sesiones de consejería.
El
matrimonio no sólo es un compromiso, sino un pacto con Dios. Es la promesa de
permanecer con la otra persona por el resto de tu vida, sin importar si tu
pareja es rica, pobre, sana, enferma, con sobrepeso, delgada, o aburrida. Un
matrimonio cristiano debe permanecer a través de las circunstancias, incluyendo
peleas, enojo, devastación, desastre, depresión, amargura, adicción y soledad.
El matrimonio jamás debe iniciarse con la idea del divorcio como una opción –
ni siquiera como el último hilo cuando una pareja siente que está al final de
su cuerda. La Biblia nos dice que a través de Dios, todas las cosas son
posibles (Lucas 18:27), y esto ciertamente incluye el matrimonio. Si una pareja
toma la decisión desde el principio de permanecer comprometidos y ponen a Dios
en primer lugar, el divorcio no será la solución inevitable para una situación
miserable.
Es
importante recordar que Dios quiere darnos los deseos de nuestro corazón, pero
eso sólo es posible si nuestros deseos concuerdan con los Suyos. Él tiene un
plan para cada uno de nosotros, y puede o no incluir el matrimonio. Casarse y
comenzar una familia es con frecuencia el siguiente paso que toma una persona
después de tener una carrera o un trabajo. Pero Pablo dice en 1 Corintios
7:7,”Quisiera más bien que todos los hombres fuesen como yo; pero cada uno
tiene su propio don de Dios, uno a la verdad de un modo, y otro de otro.” Esto
puede no ser evidente para la persona en principio. Ellos sólo lo descubren
después de años de buscar y no encontrar a la pareja adecuada para casarse.
La gente
generalmente se casa sólo porque “se siente bien.” Durante las primeras citas,
y aún en el matrimonio, ves venir a la otra persona, y sientes mariposas en el
estómago. El romance está en su apogeo, y conoces la sensación de estar
“enamorado.” Muchos esperan que esta sensación permanezca para siempre.
Desafortunadamente, no es así. El resultado puede ser decepcionante y aún
llevar al divorcio al desvanecerse esos sentimientos, pero aquellos que tienen
matrimonios exitosos, saben que la excitación de estar con la otra persona no
tiene un fin. A cambio, las mariposas ceden el paso a un amor más profundo, un
compromiso más fuerte, un cimiento más sólido, y una seguridad inquebrantable.
La Biblia
es clara en que la definición del amor no se basa en los sentimientos; esto es
evidente cuando se nos dice que amemos a nuestros enemigos (Lucas 6:35). Es
posible sólo cuando permitimos que el Espíritu Santo trabaje a través de nosotros,
cultivando el fruto de nuestra salvación (Gálatas 5:22-23). Es una decisión que
hacemos sobre la base diaria de morir a nosotros mismos y a nuestro egoísmo, y
dejar que Dios brille a través de nosotros. Primera de Corintios 13:4-7 nos
dice cómo amar a otros: “El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene
envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no es indecoroso, no busca
lo suyo, no se irrita, no guarda rencor no se goza de la injusticia, mas se
goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo
soporta.”
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