Lucas
10.25-37 | Biblia en un año: Proverbios 26-28 | En Mateo 22.39, Jesús nos dice
que el segundo mandamiento más grande es amar a nuestro prójimo como a nosotros
mismos. Nuestro amor por los familiares, amigos, vecinos y hermanos de la
iglesia se demuestra mejor cuando llevamos sus cargas tal como lo hizo Cristo.
Pero el
Señor no solo tomó sobre Él en la cruz nuestra deuda de pecado; también fue
partícipe de los sufrimientos de quienes buscaban su ayuda, como el ciego
Bartimeo (Mr 10.46), la mujer sorprendida en adulterio (Jn 8.3-11) y los
oprimidos por demonios (Mt 4.24). Jesús no hace diferencia entre los que Él ama
y las cargas que llevará por ellos.
Muchas
veces nos sentimos tentados a ser selectivos al decidir a quiénes ayudar, pero
de acuerdo al ejemplo de Jesús no podemos llevar las cargas de alguien
basándonos en si la persona ha vivido a la altura de las normas que hemos
establecido. Hay personas que nunca se vestirán como nosotros o que nunca
alcanzarán nuestro nivel académico ni económico. Pero esas mismas personas
pueden estar sufriendo y tener necesidad de que alguien las ayude a sobrellevar
sus dificultades. Por eso, una sincera expresión nuestra del amor de Dios puede
transformar la vida de una persona abrumada por los problemas.
Aunque
sabemos que aliviar las cargas de alguien cumple con la ley de Cristo, muchas
veces le pasamos esa responsabilidad al pastor. Pero el Señor quiere algo
diferente para sus hijos. Nuestras experiencias personales nos preparan para
ayudar de maneras que el pastor, quien a su vez tiene experiencias diferentes,
no podría. Pídale a Dios que le ayude a saber cómo ayudar a los que están cerca
de usted llevando alguna carga.
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