Leer: Salmo
119:9-16 | La Biblia en un año: 2 Pedro 1 | Hay una publicidad por televisión
que muestra a una persona abriendo la puerta y viendo a alguien que le entrega
un cheque por una cantidad enorme de dinero. Ante eso, el sorprendido
destinatario empieza a gritar, cantar, saltar y abrazar a todo el mundo.
«¡Gané! ¡Soy rico! ¡No lo puedo creer! ¡Se terminaron los problemas!». Hacerse
rico de repente desencadena una gran reacción emocional.
En el Salmo
119, encontramos esta notable declaración: «Me he gozado en el camino de tus
testimonios más que de toda riqueza» (v. 14). ¡Qué comparación! ¡Obedecer a
Dios en la vida puede ser tan emocionante como recibir una fortuna! El v. 16
repite la idea cuando el salmista expresa su gratitud y alegría: «Me regocijaré
en tus estatutos; no me olvidaré de tus palabras».
¿Y si no
nos sentimos así? ¿Podemos regocijarnos en las instrucciones de Dios como si
recibiéramos una fortuna? Todo comienza con ser agradecidos, lo cual implica
una actitud y una elección. Nuestra atención se centra en lo que valoramos; por
eso, debemos dar gracias por lo que Dios nos da para nutrir nuestra alma, y
pedirle que nos abra los ojos para apreciar la sabiduría y la paz que transmite
su Palabra.
¡Nos
hacemos ricos al amar a Dios cada día más!
Señor, gracias por la riqueza de los consejos
sabios de tu Palabra. Ayúdame a disfrutarla.
Los ricos
tesoros de la verdad de Dios están esperando ser descubiertos en su Palabra.
NUESTRO PAN
DIARIO
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