Leer: Romanos 8:31-39 | La Biblia en un
año: Mateo 18:21-35 | Servimos a un Dios que nos ama más a nosotros que lo que
hacemos. Sí, es verdad que el Señor quiere que trabajemos para dar de comer a
nuestra familia y que cuidemos responsablemente del mundo que Él creó.
También espera que sirvamos a las personas
débiles, hambrientas, desnudas, sedientas y quebrantadas que nos rodean, y que
nos mantengamos alertas ante aquellos que aún no han respondido al llamado del
Espíritu Santo a sus vidas.
Pero, aun así, servimos a un Dios que nos
ama más a nosotros que lo que hacemos.
Nunca debemos olvidar esto, porque tal vez
llegue un momento en que nuestra capacidad para «hacer para Dios» se termine
por problemas de salud, fracasos o tragedias imprevistas. En esas ocasiones, el
Señor quiere que recordemos que no nos ama por lo que hacemos para Él, sino por
lo que somos: ¡sus hijos! Una vez que le pedimos a Cristo que nos salve, nada
—ni «tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o
espada»—nos separará jamás «del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor
nuestro» (Romanos 8:35, 39).
Cuando todo lo que tenemos o hemos hecho ya
no está, lo único que Dios quiere es que descansemos en nuestra identidad en
Él.
Señor,
aunque pierda todo, que nunca me olvide de tu amor incondicional por mí.
Cuando lo perdemos todo, Dios
solamente quiere que descansemos en lo que somos en Él.
NUESTRO PAN DIARIO
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