Álvaro Solano | La pornografía es uno de
los mayores problemas que enfrentamos hoy día en nuestras vidas y familias. El
Internet y la tecnología moderna han hecho que este fenómeno sea más accesible,
asequible y anónimo que nunca, y está causando efectos negativos en los matrimonios
y las familias. Una investigación concluyó que al menos 85% de los hombres
jóvenes y 50% de las mujeres jóvenes veían pornografía mensualmente.
Los peligros de la pornografía en la
familia, y especialmente, en el matrimonio son alarmantes. El investigador
Patrick Fagan (2009)[i] realizó un importante estudio sobre la pornografía
llamado “el asesino silencioso de la familia”, él encontró algunos efectos de
este fenómeno en los matrimonios:
La
familia sufre los síntomas de una adicción.
La pornografía tiene el mismo efecto en el
cerebro que una droga adictiva. Este es un proceso parecido al de las
sustancias sintéticas, que producen la necesidad de obtener dosis más fuertes y
más frecuentes.
Aquellos que consumen pornografía con
frecuencia comienzan a tener dificultades para construir o practicar una
sexualidad saludable. La pornografía crea una necesidad de estímulo que la vida
real no puede satisfacer. La pornografía es irreal e ilusoria. El cerebro de
una persona adicta a la pornografía redefine su patrón mental de excitación; un
patrón que quizá el matrimonio no puede reproducir, y la práctica de sexo
convencional pierde totalmente el atractivo. Esto puede llevar a problemas
dentro del matrimonio que afectan a la familia.
Distorsiona
la percepción de la intimida sexual.
Uno de los peligros más grandes de la
pornografía es que convierte el encuentro sexual de dos seres que se aman en
una experiencia genital grotesca. La forma en la que se muestran las relaciones
sexuales en los materiales pornográficos, definen a las personas como objetos que se utilizan para satisfacer
los apetitos sexuales, impidiendo así que se conciba la intimidad sexual como
parte de un compromiso decisivo con quien se ama y en el que se busca la
satisfacción mutua.
Entre las distorsiones creadas por la
pornografía están tres creencias: (1) las relaciones sexuales en la naturaleza
son algo recreacional, (2) los hombres son en general sexualmente dominantes, y
(3) las mujeres son objetos o mercancías sexuales.
Contribuye
a la búsqueda del placer individual y egoísta.
Nuestra sociedad asocia el tener éxito con
la posibilidad de satisfacer todos los deseos y ambiciones de forma inmediata.
La pornografía es fácilmente accesible, y la exposición prolongada puede fomentar
la insatisfacción con el cónyuge y con su comportamiento y necesidad sexual. La
persona puede comenzar a usar la pornografía con el fin de complacerse a ella
misma cuando quiere y en el momento en el que lo desee. Esto puede crear una
adicción a satisfacerse a sí misma sin la necesidad de interactuar con su
pareja.
Pérdida
de confianza y seguridad.
En muchos casos, las parejas de los
consumidores de pornografía sufren daños psicológicos profundos. Entre ellos,
sensaciones de traición, no “ser suficientes” y desconfianza. Pueden también
sentirse poco atractivas o no aptas sexualmente, lo que a su vez puede llevar a
implicaciones a nivel de pareja.
Relación
de la pornografía con el divorcio.
El consumo de pornografía y de otras formas
de contacto sexual online se consideran tan perjudiciales para el matrimonio,
como una infidelidad en la vida real. Fagan (2009) citó un estudio sobre
informes de abogados de divorcios en donde el
68% de los casos de divorcio, presentaban a una de las partes con un
interés amoroso en internet, y en el 56%, una de las partes tenía un interés
obsesivo en las páginas web pornográficas.
El
disfrute de la intimidad sexual
El deseo sexual en sí no es incorrecto, el
problema es cuando se apunta hacia lugares incorrectos. Claramente en el libro
Cantar de los Cantares vemos este tipo de relación entre un esposo y una
esposa, donde ambos apuntan sus deseos sexuales hacia su pareja.
Cantares 7 dice:«Tu estatura es semejante a la palmera, y tus pechos, a sus racimos. Yo dije: “Subiré a la palmera, tomaré sus frutos.’ ¡Sean tus pechos como racimos de la vid, el perfume de tu aliento como manzanas, Y tu paladar como el mejor vino!”. »
Vemos cómo la mujer se emociona de que su
esposo enfoque su deseo en ella: “Yo soy de mi amado, y para mí es todo su
deseo”. Batallar contra la necesidad de
pornografía empieza cuando nos esforzamos por enfocar el deseo sexual sobre
nuestra pareja.
*
Alvaro Solano Mena. Ingeniero en Electrónica, especialista en
Telecomunicaciones con más de 15 años de experiencia en este campo. Ha
trabajado a nivel ministerial en áreas tales como el uso de la tecnología y las
redes sociales en la Iglesia, capacitación para empresarios y emprendedores así
como enseñanza a nivel de grupos de matrimonio y de estudios bíblicos. Actualmente estudiante de Maestria en
Liderazgo Bíblico. Casado desde hace 17 años, con dos hijos.
Fuente: Enfoque a la Familia
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