BY RICK WARREN — Cuando parece que Dios
está bendiciendo a alguien de una forma en que no está bendiciéndote a ti,
relájate y confía en Dios. Cree que él sabe lo que es mejor para ti, y confía
en él cuando parezca que la vida es injusta.
Una de las formas de determinar que la
envidia está invadiendo tu vida es el lenguaje que usas. Si te descubres usando
la frase: “No es justo”, es que has caído en la trampa de la envidia. Dices:
“¡No es justo! ¿Por qué ellos? ¿Por qué yo no? He trabajado tan duro como
ellos.”
En la parábola de Jesús de los trabajadores
de la viña, éstos sentían que estaban siendo tratados de manera injusta, no
porque no se les hubiera pagado lo prometido, sino porque otros que trabajaron
menos recibieron la misma paga.
Mateo 20:12 dice: “Estos que fueron los
últimos en ser contratados trabajaron una sola hora —dijeron—, y usted los ha
tratado como a nosotros que hemos soportado el peso del trabajo y el calor del
día.” (NVI). Hasta se puede escuchar la envidia.
Mira bien en los siguientes versículos la
réplica del dueño, que representa a Dios: “Amigo, no estoy cometiendo ninguna
injusticia contigo. ¿Acaso no aceptaste trabajar por esa paga? Tómala y vete.
Quiero darle al último obrero contratado lo mismo que te di a ti. ¿Es que no
tengo derecho a hacer lo que quiera con mi dinero? ¿O te da envidia de que yo
sea generoso?” Mateo 20:13-15 (NVI).
La conclusión final de la envidia es esta:
cuando eres envidioso, estás luchando con Dios. Dudas de la bondad de Dios en
tu vida. Resientes su decisión de bendecir a alguien más. Lo acusas de ser
injusto. No crees que tu mayor interés es importante para él. Lo acusas de
favoritismo.
Al contrario, el amor de Dios —ilimitado,
eterno, incondicional—, es igual para todos. Pero él no es una máquina
expendedora: no puedes introducir una oración y conseguir lo que quieres. Dios
tiene una buena razón para que no tengas lo que deseas. Él te conoce mejor que
tú mismo. Comienza a orar: “Dios, voy a confiar que tú tienes un plan único
para mi vida y que sabes mejor que yo lo que necesito ahora mismo.”
La envidia es una fiebre. Dudar de Dios es
la infección. Cada vez que comienzas a tener envidia, es porque dudas de Dios.
La medicina que necesitas es comenzar a confiar en Dios y en su amor por ti.
Reflexiona
sobre esto:
·
¿En qué manera el confiar en
Dios te da más confianza o claridad cuando oras?
·
¿Cómo quieres ver el amor de
Dios reflejado en tus relaciones?
·
¿En qué específicamente estás
confiando en Dios ahora? ¿Cómo le puedes mostrar que confías en él para tu
provisión y futuro?
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