No me avergüenzo del
evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree. Romanos
1:16.
¿Cómo
escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? Hebreos 2:3.
En Ginebra,
en el año 1817, un renombrado predicador habló sobre el siguiente tema: «El
hombre sólo puede ser salvado por Jesucristo», apoyándose en el siguiente texto
del evangelio: “El Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había
perdido” (Lucas 19:10).
El
predicador habló claramente del Evangelio de la gracia, diciendo: «Oh pecador
que confías en ti mismo, ¿cuándo cesará tu ceguera? ¿Cuándo querrás comprender que,
a no ser que alguien cargue con tus pecados y apacigüe a tu juez, nunca verás a
Dios? Sé bien que esta verdad no es del agrado del oyente, pero ¡qué importa!
Si debo optar entre serle agradable o decirle la verdad, ya está decidido: no
se trata de agradarle, sino de salvarle.
Pecador,
deja, pues, lo que causa tu miseria, despójate de ese orgullo que te ciega y
echa a perder tu vida. Renuncia a tu propia justicia y cree en el Evangelio. No
digas que tus pecados son demasiado grandes. ¿Serían más grandes que los
méritos del Dios Salvador? Uno tiene una sola vida para convertirse; y es una
vida corta e incierta. ¿Acaso es poca cosa la salvación de tu alma? ¿Tienes un
bien más preciado? ¿Eres tan orgulloso que preferirías vivir a tu antojo una
corta vida, antes que estar con Dios por la eternidad?».
“La
Escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado… porque todo
aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo” (Romanos 10:11-13).
Fuentes: El Versículo del Dia
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