• Mi
socorro viene del Señor, que hizo los cielos y la tierra… el Señor es tu
guardador. – Salmo 121:2-5.
• (Jesús
les habló) sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar. – Lucas 18:1.
En un país
donde la violencia forma parte de la vida cotidiana, un misionero se desplazaba
en automóvil por la ciudad. De repente una moto con dos personas a bordo se
puso a su lado; el pasajero de atrás lanzó un proyectil por la ventana abierta
para alcanzar la cabeza del misionero, pero falló al blanco. Entonces el
motociclista aceleró y se puso delante del automóvil. Su copiloto se dio la
vuelta y apuntó con un revólver al cristiano, quien luego del incidente
declaró: ¡Vi el interior del cañón, la llama… y nada más; luego ninguna bala
traspasó la ventana! La moto se alejó y desapareció en medio del tráfico.
El
misionero regresó a su casa impresionado pero lleno de agradecimiento a Dios.
Poco después un amigo creyente lo llamó para saber cómo estaba. Entonces el
misionero le contó lo que acababa de sucederle. Su amigo le dijo: –En ese
momento sentí intensamente que debía orar por ti, pero no sabía por qué, ¡ahora
entiendo la razón! Los dos amigos elevaron una oración de alabanza y
agradecimiento por esta milagrosa respuesta.
Dios
siempre responde a las oraciones de los suyos; algunas veces lo hace de forma
directa y espectacular. Oremos los unos por los otros y especialmente por los
siervos de Dios, quienes a menudo están confrontados a los ataques de Satanás.
¡Qué ánimo para ellos saber que, en un momento crítico, Dios conduce a otros
creyentes a interceder por ellos!
Fuentes:
Amen, amen
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