RIES | Las
autoridades francesas decidieron vedar ayer, 16 de noviembre, el ingreso al
Pico de Bugarach, que se eleva frente al único pueblo que se salvará del
hipotético fin del mundo el 21 de diciembre en 2012, según miles de iluminados
New Age que creen en las virtudes mágicas y extraterrestres de esta localidad
ubicada en el sureste de Francia. Lo cuenta RFI.
Es una mala
noticia para los “preppers”, como se conoce a quienes toman todos los recaudos
necesarios para sobrevivir al inminente del fin del mundo, previsto para 21 de
diciembre, de acuerdo con una interpretación del calendario maya. Las
autoridades francesas anunciaron este viernes que prohibieran tres días antes y
dos días después de esa fecha el acceso al Pico de Bugarach, el único lugar de
la Tierra que se salvará del apocalipsis.
Bugarach,
un pequeño pueblo de 200 habitantes situado en el sureño departamento francés
de Aude, es conocido por sus curiosos estratos geológicos invertidos, que hacen
que las capas más antiguas estén cerca de la superficie y las más modernas
debajo. También es famoso desde el siglo pasado entre hippies y seguidores de
la Nueva Era que aseguran que el Pico que se levanta a 1.230 metros de altura
es una suerte de garaje para ovnis construido con piedras mágicas. Se supone
que el Pico funciona como una rampa por la que los alienígenas se llevarán a un
puñado de humanos que se salvarán de la extinción programada para el mes
entrante.
Esta
superstición se ha traducido por un considerable aumento del precio del metro
cuadrado en el pueblo y hordas de iluminados que se pasean con mochilas o en
túnicas buscando escapar del cataclismo.
La creencia
también ha hecho el agosto de algunos vivos, que venden las piedras
supuestamente mágicas por internet (a 1,5 euros con certificados de
autenticidad) e incluso de un oportunista que por 5 euros promete hacer llegar
el testamento del cliente a Bugarach para que pueda ser leído por los
supervivientes.
Para el
alcalde del pueblo, Jean-Pierre Delord, la decisión de prohibir el acceso el 21
de diciembre es un alivio después de meses de ver llegar a miembros de sectas y
turistas que arruinan el patrimonio natural llevándose las piedras del lugar.
“Estamos como en un zoológico. Nos convertimos en la atracción de la región”,
lamenta Delord, citado por Le Figaro.
La
prefectura ha anunciado que movilizará un centenar de gendarmes para impedir el
acceso de quienes busquen salvarse del apocalipsis.
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