LEA: Marcos
4:1-20 | La universidad donde estudié tiene una torre adornada con una
escultura titulada El Segador. Debajo de la figura, aparece una inscripción
tomada de Gálatas 6:7: «Todo lo que el hombre sembrare». La Universidad Estatal
de Michigan continúa siendo un baluarte en investigación agrícola; no obstante,
a pesar de los numerosos adelantos en las técnicas de labranza y la producción
de granos, esta verdad permanece inamovible: las semillas de trigo no
producirán frijoles.
Jesús
empleó muchas metáforas agrícolas para explicar el reino de Dios. En la
parábola del sembrador (Marcos 4), comparó la Palabra de Dios con semillas
sembradas en diferentes tipos de terreno. Tal como se indica allí, el sembrador
siembra de manera indiscriminada, sabiendo que algunas semillas caerán en
lugares donde no van a crecer.
Al igual
que Jesús, debemos sembrar semillas buenas en todo lugar y sin cesar. Dios es
responsable de dónde caen y de cómo crecerán. Lo importante es que sembremos.
El Señor no quiere que cosechemos destrucción; por eso, desea que sembremos lo
bueno y recto (Proverbios 11:18). El apóstol Pablo amplió esta misma metáfora
al advertirles a los creyentes que no sembraran semillas de corrupción, sino
aquellas que produjeran la vida eterna (Gálatas 6:8).
La
respuesta a «¿qué siembro?» es: «Siembra lo que quieras cosechar». Para que tu
vida produzca una buena cosecha, siembra semillas de bondad.
Una semilla
enterrada da fruto; una vida generosa recoge una cosecha eterna.
Nuestro Pan
Diario
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