Apocalipsis 20.11-15 | Biblia en un año: 1
Reyes 20-22 | Desde el momento en que
nacemos comienza una cuenta regresiva de nuestra vida. Cada tictac del reloj
nos acerca un paso más a nuestra inevitable cita con Dios. Cada uno de nosotros
estará de pie frente a Él antes de entrar a nuestro destino eterno.
Desgraciadamente, algunos estarán
decepcionados por lo que habrán de recibir. El mismo Jesús advirtió: “Muchos me
dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre...? Y entonces
les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad” (Mt 7.22,
23).
El único camino para la salvación eterna es
la fe en Jesús. En realidad, nuestro pecado nos ha separado del Padre
celestial. Pero el Hijo de Dios ofrece la solución a este problema universal:
Cristo tuvo una vida perfecta, y luego murió como un pecador en la cruz para
pagar la deuda que cada uno de nosotros tenía (Ro 6.23). Después de tres días
se levantó de la tumba, derrotando así la muerte y el mal. Al aceptar su
sacrificio a nuestro favor, ya no tenemos que vivir apartados de Dios.
Para recibir este maravilloso regalo,
debemos simplemente creer en Jesús y en lo que Él hizo. Como resultado, nos
convertimos en nuevas criaturas (2 Co 5.17), y pasamos a tener una relación
personal imperecedera con nuestro Padre celestial.
¿Sabe usted con seguridad dónde pasará la
eternidad? Es posible que crea que dispone de tiempo suficiente para pensar en
este importante asunto después, pero déjeme darle un buen consejo: no espere un
minuto más para resolver esta cuestión, porque es posible que ese “después”
nunca llegue. Arrepiéntase de su pecado hoy, y obedezca a Jesús.
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