Mateo 14.22-33 | Era de noche. Había
vientos fuertes, las olas rompían y la visibilidad era poca. Para los
discípulos, que estaban en el mar en una pequeña barca, la situación había
empeorado, y Jesús no estaba con ellos. Mientras ellos lidiaban con una
tempestad, Él estaba orando en la ladera de una montaña.
En medio de la tormenta, los discípulos tal
vez pensaron que Jesús los había olvidado. Pero Él sabía exactamente dónde
estaban ellos y qué estaban experimentando. Aunque no podamos ver a Jesús
físicamente, Él es omnisciente; sabe dónde estamos en todo momento. Ninguna
oscuridad puede ocultarnos; ningún mal momento puede bloquear su visión.
¡Siempre somos vistos, conocidos y comprendidos!
Sin embargo, ellos no le reconocieron
porque fue a ellos caminando sobre el agua. Muchas veces, el Señor Jesús no
viene de la manera que esperamos. Nuestras ideas preconcebidas de cómo Él
trabaja pueden hacer que nos preguntemos dónde pudiera estar e impedirnos ver
lo cerca que está.
Experimentar la presencia de Jesús en los
momentos difíciles puede enseñarnos verdades preciosas. En una aventura
anterior en un mar agitado, los discípulos habían observado tanto la confianza
de Jesús en el Padre celestial, como su autoridad sobre la naturaleza (Mt
8.23-26). En la nueva tormenta, vieron al Señor caminar sobre el agua, y también
a uno de ellos hacer lo mismo. Por medio de las tormentas, los discípulos
aprendieron quién era Jesús, lo que podía hacer y el potencial que ellos
tenían.
Cuando la crisis nos golpee, pidamos ojos
espirituales para discernir la presencia del Señor. Después, escuchemos su voz
y obedezcamos (Jn 10.27).
EN CONTACTO
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.