martes, 13 de septiembre de 2011

El ministerio de la reconciliación




Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación. 2 Corintios 5:18.

El ascensor era lo suficientemente amplio, y tenía capacidad para varias personas. Sin embargo, Clayton prefirió tomar las escaleras, a pesar del maletín pesado; es que Lauro estaba en el elevador, y Clayton no deseaba ha­blar con él. Nadie entendía la situación, porque ambos habían sido amigos hacía mucho tiempo. Lo peor es que los dos se sentían mal con esa situa­ción. Entonces, surgió la presencia de Juana, que sirvió de mediadora para reconciliarlos. Los tres se abrazaron. A partir de aquel día, Clayton y Lauro volvieron a sonreír.


 No sé si percibiste que, cuando estás disgustado con alguna persona, no tienes paz en el corazón. Esa era la situación del ser humano después de caer en el pecado. Recuerda que lo primero que hicieron Adán y Eva, después de la desobediencia, fue huir y esconderse de la presencia de Dios. Esa situación tampoco dejaba feliz a Dios, porque amaba al ser humano y sufría al verlo huyendo de su amor. ¿Qué hacer?

El texto de hoy enseña que la iniciativa de la reconciliación fue divina. “Todo esto proviene de Dios“, aclara Pablo. El ser humano no se salva por­que quiera salvarse, sino porque Dios quiere hacerlo: es Dios quien lo busca, incansablemente, hasta encontrarlo.
A fin de que su presencia gloriosa, de santidad y de pureza, no destruya al pobre pecador, Dios se vale de un Mediador; y ese mediador es Cristo. “Quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo”. Aquí, encontramos la idea de que había una distancia enorme entre Dios y el hombre, y Cristo se cons­tituyó en el puente a través del cual podemos tener otra vez acceso al Padre. Con su naturaleza divina el Señor Jesús toma la mano del Padre, y con su naturaleza humana extiende su otra mano en dirección al hombre caído, a fin de rescatarlo. Y, de esta manera, reconcilia al hombre con Dios.
Todo lo que necesitas hacer es aceptar que Jesús te tome de la mano. Y hoy puede ser ese gran momento, porque cada mañana es siempre una nue­va oportunidad.
No salgas, sin saber que “todo esto proviene de Dios, quien nos reconci­lió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación”.

Fuentes: Reflexiones Cristianas

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