domingo, 18 de septiembre de 2011

Un guardia muy turbado



El Versículo del Día: A medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios;
y los presos los oían. Hechos 16:25.

No te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni de mí, preso suyo,sino participa de las aflicciones por el evangelio según el poder de Dios. 2 Timoteo 1:8.


Ocurrió a principios del siglo pasado. Apenas hubo llegado al Nepal para anunciar el Evangelio, un fiel siervo de Dios fue detenido y echado en la prisión, con ladrones y asesinos. Encontró a estos hombres dispuestos a escuchar la Palabra de Dios, y varios de ellos aceptaron a Cristo como su Salvador. El guardia, muy enfadado, le ordenó que se callase: –No puedo, contestó él; debo obedecer a mi Maestro.

Entonces el oficial giró hacia los prisioneros y les prohibió escuchar al evangelista. «No es lógico, dijeron ellos. Nos han encarcelado para mejorarnos y cuando alguien nos impele a arrepentirnos, no quieren que lo escuchemos».

Muy turbado, el guardia habló a su jefe, quien le ordenó que transfiriese al prisionero a un antiguo establo sin luz. Allí fue desvestido, atado a un poste y cubierto con sanguijuelas esperando que se muriera. Pero, aun así torturado, él alababa a Dios y cantaba cánticos.

Cada vez más turbado, el guardia volvió a hablar al gobernador, diciendo: – ¡Es increíble! Cuanto más se le hace sufrir, más feliz es. –Está loco, respondió el gobernador, déjelo ir.

Así fue liberado el prisionero, quien volvió a cumplir su servicio: proclamar a los hombres la salvación por medio de Jesucristo.

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