jueves, 8 de septiembre de 2011

En la Parábola de la Viña



Mateo 20

1          Porque el reino de los cielos es semejante a un hombre, padre de familia, que salió por la mañana a contratar obreros para su viña.
2          Y habiendo acordado con los obreros en un denario al día, los envió a su viña.
3          Y saliendo cerca de la hora tercera, vio a otros en la plaza que estaban ociosos,
4          y les dijo: Id también vosotros a mi viña, y os daré lo que sea justo. Y ellos fueron.
5          Salió otra vez cerca de las horas sexta y novena, e hizo lo mismo.
6          Y saliendo cerca de la hora undécima, halló a otros que estaban ociosos, y les dijo: ¿Por qué estáis aquí todo el día ociosos?
7          Ellos le dicen: Porque nadie nos ha contratado. Él les dijo: Id también vosotros a la viña, y recibiréis lo que sea justo.
 8         Y cuando cayó la tarde, el señor de la viña dijo a su mayordomo: Llama a los obreros y págales el jornal, comenzando desde los postreros hasta los primeros.
9          Y viniendo los que habían ido cerca de la hora undécima, recibieron cada uno un denario.
10         Y cuando vinieron los primeros, pensaban que habían de recibir más, pero ellos también recibieron cada uno un denario.
11         Y al recibirlo, murmuraban contra el padre de familia,
12         diciendo: Estos postreros han trabajado sólo una hora, y los has hecho iguales a nosotros, que hemos llevado la carga y el calor del día.
 13       Mas él respondiendo, dijo a uno de ellos: Amigo, no te hago agravio; ¿no acordaste conmigo por un denario?
14        Toma lo que es tuyo y vete; pero quiero dar a este postrero igual que a ti.
15        ¿No me es lícito hacer lo que quiero con lo mío? ¿O es malo tu ojo porque yo soy bueno?
16         Así, los primeros serán postreros, y los postreros, primeros: Porque muchos son llamados, mas pocos escogidos.

Saben muchos de nosotros no enojamos en gran manera cuando vemos a otro son bendecido grandemente, parece como si tuviéramos envía, lo miramos de mala gana y porque no decirlo los murmuramos, criticamos, lo condenamos.

El o ella no merecían esa bendición; yo que he sacrificado tanto, te he dado lo mejores anos de mi vida y todavía no ha bendecido como realmente yo deseo, nos convertimos hasta cierto punto como el hijo prodigo.

El Señor es el dueño de la viña y por ende el dueño del dinero y de las bendiciones; y este Señor, justo, que se llama Jehová de ejército, puede hacer lo que El quiere y desee con sus bienes y sus bendiciones.

No es lo que nosotros le pidamos al Señor que el nos va a dar; El nos dara lo que El entiende que nos conviene a nosotros.

Hay suficiente trabajo en la viña del Señor, es lo que nos deja a entender la parábola arriba mencionada; al final cada cual recibirá lo convenido.

Dios hace la cosa como El quiere, a la hora que El desee, al momento que El desee; no es cuando nosotros queramos, es cuando El quiera.

También esta parábola nos dice que todo lo que hayamos trabajado en la viña del Señor; cuando llegue la noche, ósea cuando llegue el rapto, el levantamiento;  recibiremos un denario ósea la salvación; si nos mantenemos firme y creyendo en Dios.

Félix Abreu

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