LEA: Job 39:19-25 | Piensa un instante en la fuerza,
la belleza y la majestad de un caballo galopando: su cabeza en alto, la cola
desplegada al viento y las patas moviéndose coordinadamente para lograr
velocidad, potencia y gracia.
¡Qué ejemplo maravilloso de la extraordinaria creación
divina! Dios no solo lo creó para que lo disfrutemos y nos asombremos, sino
también para complementar a la raza humana (Job 39). Adecuadamente entrenado,
este animal no tiene temor cuando hace falta un compañero valiente. Se
utilizaba para transportar de manera rápida (v. 24) y fiel a la guerra a los
soldados con esperanzas de triunfo (v. 25).
Aunque Dios estaba utilizando la creación para
enseñarle a Job sobre su soberanía, este pasaje también puede recordarnos
nuestra importancia en el mundo. No somos creados simplemente como seres
hermosos con una tarea que cumplir, sino como criaturas hechas a imagen de
Dios. La fuerza del caballo es asombrosa, pero el valor de cada ser humano
trasciende el de todas las demás criaturas.
Dios nos creó de manera singular para relacionarnos
con Él y vivir en su presencia para siempre. Alabamos al Señor por la
magnificencia de la naturaleza, pero también nos llena de temor reverente que
fuimos hechos «asombrosa y maravillosamente» (Salmo 139:14 lbla).
De todo lo creado por Dios, solo los humanos
experimentan una nueva creación.
Nuestro Pan Diario
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