Leer: 1
Corintios 10:1-13 | La Biblia en un año: 1 Corintios 5 | Cuando mi amiga Elaine
se recuperaba tras una caída tremenda, un empleado del hospital le colocó una
pulsera de color amarillo brillante que decía: Riesgo de caída. La frase quería
decir que debían tratarla con cuidado, que ella quizá no tuviera buen
equilibrio y que la ayudaran a ir de un lugar a otro.
En 1
Corintios 10, encontramos una advertencia parecida para los creyentes. Echando
un vistazo a sus antepasados, Pablo veía la tendencia del hombre a caer en
pecado. Los israelitas se quejaron, adoraron ídolos y tuvieron relaciones
inmorales. Todo esto entristeció a Dios; entonces, permitió que sufrieran las
consecuencias de sus errores. Sin embargo, el apóstol dijo: «estas cosas les
acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros […].
Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga» (vv. 11-12).
Es fácil
creer erróneamente que hemos superado un determinado pecado. Aunque hayamos
admitido nuestro problema, lo hayamos confesado arrepentidos y nos hayamos
comprometido a obedecer al Señor, la tentación puede aparecer. Dios hace
posible que no volvamos a caer, dándonos una salida. Depende de nosotros que
aceptemos esa vía de escape.
Señor, que pueda ver
la salida que me
ofreces cuando soy tentado.
Gracias por seguir obrando en mi
vida.
Las grandes tentaciones suelen aparecer
después de grandes bendiciones.
NUESTRO PAN
DIARIO
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