Lectura: Filipenses 1:12-26.
"... de todas maneras, o por pretexto o por verdad, Cristo es anunciado, y en esto me gozo..." Filipenses 1:18
Un anciano predicador cuyo ministerio
había ganado miles de personas para Cristo confesó que, muchas veces, su
genuino amor al Señor estaba mezclado con egoísmo. Otro eficaz siervo
cristiano expresó la misma inquietud y les pidió a algunas personas que
oraran para que pudiera vencer el deseo de ser "el número uno" cuando
predicaba en conferencias bíblicas. Yo también veo elementos de orgullo y
de egocentrismo en mi vida.
Como permanecemos en lo que Pablo llamó "este cuerpo de muerte" (Romanos 7:24),
donde todavía mora el pecado, toda nuestra adoración y servicio al
Señor se ven manchados por imperfecciones. Quizá por esta razón tiendo a
ser comprensivo con los predicadores que el apóstol describió en Filipenses 1:15-17.
Aunque la envidia, la codicia y el orgullo estropearon el ministerio de
aquellos hombres, Pablo daba gracias porque Cristo era proclamado. No
lo habría hecho si los predicadores hubiesen sido hipócritas o falsos
maestros.
Todo nuestro servicio a Cristo se ve de
alguna manera afectado por las tendencias pecaminosas que permanecen en
nosotros. William Beverage escribió: "No puedo orar sin pecar; no puedo
predicar sin pecar [...]. Mi propio arrepentimiento exige retractación; y
las lágrimas que derramo necesitan lavarse en la sangre de Cristo".
¡Alabado sea Dios por Su amor y paciencia asombrosos!
Reflexión: Nuestro pecado es grande. La gracia de Dios es mayor.
Fuentes: Nuestro Pan Diario. org
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.