Luis García
Dubus | Santo Domingo | Un psiquiatra declaró en una entrevista televisada: “Si
la gente tuviera una saludable relación con Dios, yo no tendría trabajo”.
Fíjese en que él dijo “saludable” ¡Cuánto más valiosa será una relación
amorosa! Mire amigo, la peor situación en que puede encontrarse una persona es
estar alejada de Dios. Esto está comprobado incluso científicamente, tal como
dijo el psiquiatra.
A mí me
parece sumamente interesante que todos los resultados que “nuevos estudios”
pueden arrojar ya estaban revelados en el evangelio.
En el de
hoy (Marcos 2,1-12) cuatro hombres traen al Señor un paralítico acostado en su
camilla.
Ellos
querían que el Señor lo sanara de su enfermedad física, pero su respuesta fue
sanarlo de su enfermedad espiritual. “Hijo mío”, dijo al paralítico, “tus
pecados te son perdonados”.
Es decir,
lo liberó de su culpa, lo curó interiormente, le concedió paz interior, salud
espiritual.
Esto era
mucho más difícil que curarlo de la parálisis y, desde luego, muchísimo más importante.
En
adelante, ese pobre hombre podría establecer una amorosa relación con Dios, e
ir consolidando y fortaleciendo día a día su más valiosa posesión, la salud
espiritual.
El Señor
expresó con claridad que conceder esta salud es más importante y difícil
cuando, ante la dudas de los presentes, añadió: “¿Qué es más fácil decir al
paralítico: Tus pecados te son perdonados, o: Levántate, toma tu camilla y
anda? Y luego dijo al paralítico: “Levántate, toma tu camilla y vete a casa”.
Y el
paralítico quedó también curado físicamente para el asombro de todos, quienes
decían: “Nunca hemos visto nada parecido” (Marcos 2,12) La sanación exterior
era una bobería comparada con la sanación interior. La separación entre el
hombre y Dios es la raíz de todo sufrimiento.
En cambio,
la persona que se cobija bajo la entrañable compasión de Dios (que es siempre
el primero en amarla) y acoge su perdón, termina estableciendo una amorosa
relación con Él.
El
resultado será recibir el preciado don de la salud espiritual, lo cual tendrá
como consecuencia natural una mejoría, tanto en el orden mental como en el
físico.
Son tres
tipos de salud: la mental, la espiritual y la física. Y el Señor quiere darnos,
a través de la segunda, las tres.
Jesucristo
es el único que puede sanar el interior, además de poder, también quiere
hacerlo y si usted se lo pide, Él lo hace. Esa es la buena noticia de hoy.
La pregunta de hoy
¿Qué
significa estar separado de Dios? Significa estar tan ocupado llenando sus
necesidades mundanas de placer, poder y prestigio, que no tiene tiempo para
Dios. Significa poner a Dios detrás de mí. De mis deseos, de mis opiniones de
mi yo.
En cambio
cultivar una cercanía con Dios, poniéndole en primer lugar en todo, hasta
llegar a estar tan cerca que se pueda escuchar en la intimidad su silencio
amoroso, es escoger el camino de la felicidad y de la paz.
Fuentes: Listín
Diario
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