Lectura: Números
13:30-14:10.
"Temer
a los hombres resulta una trampa, pero el que confía en el Señor sale bien
librado" Proverbios 29:25
La señora
Irma Terror corría detrás de su esposo en medio de la multitud en el zoológico,
agitando el paraguas y prorrumpiendo en insultos que parecían misiles
invisibles. El marido, todo sudado y casi sin aire en los pulmones, vio que la
jaula del león no estaba cerrada; entonces, cerró la puerta, empujó el atónito
león contra las rejas y espió por encima del hombro del animal. Su frustrada
esposa sacudió el paraguas, tartamudeó de la ira y, finalmente, explotó,
diciendo: "Rafael, ¡sal de ahí, cobarde!".
Rafael, en
esta historia ficticia, es como el pueblo de Israel que leemos en el libro de
Números. Los israelitas estaban confundidos respecto a quién debían temer
realmente. Se veían como langostas al compararse con los gigantes de la tierra
donde Dios quería que fueran (13:32-33).
Si tememos
tanto a la gente como para dejar de seguir al Señor, no estamos confiando en
Él. Eso demuestra que dudamos de Su plan, de Su poder y de Sus promesas. No
hemos reconocido que es Él, por encima de todos los demás, a quien debemos
temer. Este "temor" significa que hay que reverenciarlo, confiar en
Él, amarlo y obedecerlo.
Padre,
perdónanos por temerle a aquello que no deberíamos y por no temerte a ti ni
confiar en tus promesas.
Reflexión: Si temes a Dios, no tendrás que
temerle a ninguna otra cosa.
Fuentes:
Nuestro Pan Diario
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