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Corintios 3:1-11 | La ciudad de Nördlingen, en Baviera, es única. Está ubicada
en el medio del cráter Ries, una gran depresión circular causada hace muchos
años por el impacto de un meteorito. La tremenda presión que produjo ese
impacto dio como resultado una roca inusualmente cristalizada y millones de
diamantes microscópicos.
En el siglo
xiii, estas piedras moteadas se usaron para construir la Iglesia de San Jorge.
Los visitantes pueden ver los hermosos depósitos de cristal en su cimiento y en
sus paredes. Podría decirse que tiene un fundamento celestial.
La Biblia
habla de una clase distinta de fundamento. El Señor Jesús vino a este mundo
desde el cielo (Juan 3:13). Cuando regresó allí, después de su muerte y
resurrección, dejó a sus seguidores, quienes se convirtieron en el «templo
viviente» de Dios, del cual Él es el cimiento. El apóstol Pablo afirma: «Porque
nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es
Jesucristo» (1 Corintios 3:11).
El edificio
de esa iglesia en Baviera está construido sobre un cimiento de trozos de roca
del cielo físico, pero la Iglesia espiritual (todos los creyentes en Cristo)
está cimentada en el supremo fundamento celestial: Jesucristo (Isaías 28:16; 1
Corintios 10:3-4). Alabemos a Dios porque, debido a lo que Jesús hizo, nuestra
salvación es segura.
Cristo, la
Roca, es nuestra esperanza segura.
Nuestro Pan
Diario
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