LEA: 2
Corintios 11:24-33 |«No puedo —dijo Roberto, mientras arrojaba desesperado su
lápiz. —¡Es demasiado difícil!». Leer y escribir le parecía algo imposible a
nuestro hijo de nueve años, disléxico. Al fin, nos dieron una solución, pero
fue difícil. Todas las noches, teníamos que hacerlo practicar lectura y
escritura durante 20 minutos… sin excepción. A veces, no teníamos ganas de
hacerlo, y otras, creíamos que él no progresaría nunca. De todos modos, nos
habíamos propuesto lograr que su edad cronológica coincidiera con la que
correspondía a saber leer, así que seguimos luchando.
Después de
dos años y medio, todas las lágrimas y los esfuerzos parecieron haber merecido
infinitamente la pena. Roberto aprendió a leer y escribir… y todos nosotros
aprendimos a tener paciencia y constancia.
El apóstol
Pablo experimentó toda clase de dificultades mientras persistía en su objetivo
de compartir la buena noticia de Jesucristo con aquellos que nunca la habían
oído. Fue perseguido, azotado, encarcelado, malinterpretado; a veces, incluso
enfrentó la muerte (2 Corintios 11:25). Pero el gozo de ver que la gente
respondía a su mensaje hacía que todo valiera la pena.
Si sientes
que la tarea a la que Dios te ha llamado es demasiado difícil, recuerda que las
lecciones espirituales y el gozo que acompañan tal esfuerzo pueden, en un
principio, parecer ocultos, pero ¡sin duda, están presentes! Dios te
ayudará a encontrarlos.
El viaje es
tan importante como el destino.
Nuestro Pan
Diario
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