Lo primero
que hay que establecer aquí es que todos nuestros lectores deben estar
conscientes de que si Dios, al llevarnos al cielo nos re-programa, o nos borra
toda memoria de quiénes fuimos, de a quiénes amamos, nuestros recuerdos, etc.,
no tendría sentido nuestra adoración y agradecimientos eternos hacia él.
¿Por qué?
Porque si no recordamos lo bueno que Él fue con nosotros, si no recordamos de
dónde nos recogió al salvarnos, si no recordamos a dónde pudimos haber
terminado de no ser que Él nos hubiera salvado (dígase, en el infierno), ¿De
qué valdrán... cuán auténticos serán nuestras alabanzas y nuestra muestras de
agradecimiento? Si no recuerdo por qué debo estar agradecido, ¿Pues de qué vale
mi agradecimiento?
Lo segundo
es que aunque mucha gente se empecina en insistir en que en el cielo todos
estaremos como los ángeles que se muestran en las famosas obras de arte de
Miguel Ángel, DaVinci, etc., flotando entre las nueves, con unas flautas en las
manos, aburridamente cantando y tocando alabanzas al Señor por toda una
eternidad, lo cierto que están equivocados. En el cielo nos divertiremos,
gozaremos de todo lo que en la tierra es bueno y hoy disfrutamos: un chapuzón
en la playa, un día de campo en un valle, un viaje a una montaña elevada y
lejana, etc., ¿Por qué? Porque el cielo final (después del Rapto, de la Gran
Tribulación, del Milenio y del Juicio ante el Trono Blanco), será esta misma
tierra, simplemente renovada. Tan renovada, que Dios dice que será "una
tierra nueva".
Entonces vi
un cielo nuevo y una tierra nueva,[b] porque el primer cielo y la primera
tierra habían pasado[c] y el mar ya no existía más.[d]
2 Y yo,
Juan, vi la santa ciudad,[e] la nueva Jerusalén,[f] descender del cielo, de
parte de Dios, ataviada como una esposa hermoseada para su esposo.[g] 3 Y oí
una gran voz del cielo, que decía: «El tabernáculo de Dios está ahora con los
hombres.[h] Él morará con ellos, ellos serán su pueblo y Dios mismo estará con
ellos como su Dios.[i] 4 Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos;[j] y
ya no habrá más muerte,[k] ni habrá más llanto ni clamor ni dolor,[l] porque
las primeras cosas ya pasaron».
5 El que
estaba sentado en el trono dijo: «Yo hago nuevas todas las cosas». Me dijo:
«Escribe, porque estas palabras son fieles y verdaderas». Apocalipsis 21.1-5
Al
presentar este argumento, muchos asumen una premisa falsa, y es que no se puede
ser feliz cuando se sabe que seres amados no han alcanzado la salvación y que
por lo tanto ahora estarán para siempre separados de Dios en el infierno.
Después de todo Jesús está feliz en el cielo ahora y está consciente de todo lo
malo que está sucediendo en la tierra y sabe mejor que nadie toda la gente amada
para Él que está sufriendo en el infierno (tanto que murió por cada una de
ellas). Los ángeles también están en el cielo, felices, haciendo su papel ante
el Padre, y todos saben muy bien que en estos precisos momentos hay millones y
millones de personas sufriendo una existencia agonizante en el infierno. Saber
esto no disminuye el gozo de estar en el cielo para ellos, ¿por qué habría de
disminuirlo para nosotros?
Noten que
en Apocalipsis 14.10 la Biblia nos dice que los que se dejen poner el Sello de
la Bestia: "beberán el vino de la ira de Dios, que ha sido vaciado puro en
el cáliz de su ira, y serán atormentados con fuego y azufre delante de los
ángeles y el Cordero..."
Usted no
creerá que sabiendo usted el amor con que Jesús se ofreció por su tío o por su
hermana, y habiéndoles dado 40 ó 45 años para que se arrepintieran, ahora, al
estar en el infierno, usted en vez de sentirse agradecido de Dios por haber
dado tal muestra de amor, usted en vez de tirarse de rodillas a adorarle por su
gran amor, lo que haga es resentirle por no obligar a su hermana o a su tío a
estar con él para siempre, aún en contra de la voluntad de ellos. ¿Después de
haberse negado a todo lo que se relacionara con Dios por 40 años ahora usted
quiere que Dios obligue a su tío a estar con Dios para siempre?
En la
historia de Lázaro y el rico, la Palabra nos dice que Abraham y Lázaro veían al
rico en su agonía, sin embargo, no creo que eso les arruinara la experiencia de
estar con Cristo Jesús. Aun cuando esta historia no sea más que una parábola
(no creo que sea así), es obvio que Jesús quiso ilustrar el hecho de que una
vez se está en la presencia del Señor, de alguna forma se entenderá más la
justicia divina y tendremos un juicio no permeado por el pecado, lo cual hoy
nos hace juzgar prejuiciadamente no dándole el beneficio de la duda a Dios y sí
a nuestros seres amados que puedan morir en pecado.
Nada ni
nadie, ningún recuerdo o experiencia negativa en la tierra arruinará mi
experiencia de agradecimiento, satisfacción y gozo en el cielo. ¡Ninguna!
(ANTES DEL FIN)
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